Sánchez Gordillo, insumiso de cualquier norma

La Ley (saltársela, claro) nunca ha sido un problema para Juan Manuel Sánchez Gordillo (Marinaleda 1949). Se la ha pasado por alto cuando le ha venido en gana. Cuando asaltaba supermercados llevándose carros de comida (lo denominaba «expropiación forzosa») y cuando tomaba fincas (entró en las de los mismísimos Mario Conde o Cayetano Martínez de Irujo).

También cuando entraba en Canal Sur o el Banco de España. O incluso cuando juraba su cargo en el Parlamento. Lo hacía «por imperativo legal» y para «subvertir el sistema capitalista» declarándose «insumiso a la dictadura del mercado» y provocando el despiporre generalizado entre los diputados.

Con su pañuelo palestino, sus largas barbas, sus vaqueros y sus deportivas, el eterno alcalde de Marinaleda (localidad que gobierna desde 1979) siempre fue un provocador. Coqueteó con la izquierda abertzale y ahora parece más cerca de Podemos que de la propia IU, que asume que él es así. «Genio y figura», decía de él el coordinador de IU-CA, Antonio Maíllo, para referirse a su última jugada.

Se declara «comunista como Cristo» y siempre ha adoptado aires de Mesías. En su pueblo, una localidad de la Sierra Sur (la Andalucía más profunda), nadie se ha atrevido rechistar al alcalde jornalero, cuyo Ayuntamiento preside una foto del Che Guevara y en la que hasta hace poco el PP no se atrevía ni a presentar candidatura. Dicen que no tiene lavadora porque es un signo del capitalismo y asegura que no cobra de los presupuestos del pueblo. Pese a que la Ley nunca fue para él, está condenado por el TSJA.