CASO ERE
La juez Mercedes Alaya todavía tiene que leerse 100.000 folios del caso ERE
La magistrada tiene pendiente el 70% de la instrucción del macrocaso de corrupción en la Junta de Andalucía
El caso ERE no ha terminado para la juez Mercedes Alaya . Ni mucho menos. El hecho de que el Tribunal Supremo decidiera el pasado jueves asumir la competencia de investigar si los expresidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñan y tres exconsejeros andaluces ( Mar Moreno, Gaspar Zarrías y José Antonio Viera ) cometieron delito, no supone que la juez de instrucción número seis de Sevilla vaya a quedarse de brazos cruzados.
De hecho, Alaya tiene por delante aún mucho trabajo que hacer . Según cuantificó la Fiscalía Anticorrupción en uno de los escritos que presentó pidiendo la división de la causa, seguirán en sus manos para investigarlos más de 200 expedientes entre ayudas sociolaborales a empresas y prejubilaciones que están bajo sospecha de irregularidades.
Sin embargo, la minuciosa investigación de estos casi cuatro años (se inició en enero de 2011) aún no se acerca ni al 30 por ciento. Las defensas de los imputados aseguran que sólo se ha investigado el 30 por ciento de todas las entidades que estaban bajo sospecha. O lo que es lo mismo, a Alaya le queda todavía por instruir aproximadamente el 70 por ciento de la causa.
Y eso ¿qué supone? De momento, que la juez Mercedes Alaya seguirá tomando declaraciones, practicando diligencias y, con toda seguridad, formulando más imputaciones en los próximos meses. Quitando la llamada parte del «procedimiento», la que corresponde a los aforados Chaves y Griñán, Zarrías, Moreno y Viera y a los otros aforados del TSJA (los diputados autonómicos), el resto sigue siendo competencia suya. Eso significa que abogados, empresarios, mediadoras, aseguradoras, testaferros y conseguidores seguirán bajo su competencia y a expensas de lo que la instructora decida.
En cualquier caso, primero hay que resolver una cuestión sobre la que surgen dudas. Alaya envió al Tribunal Supremo una exposición razonada en relación con los indicios que apreciaba sobre los aforados, pero no los 100.000 folios que abarca la totalidad de la causa.
Ahora, pues, tiene que dilucidar si le envía una copia completa de las diligencias (algo que supondría una carga extra de trabajo para el ya de por sí saturado juzgado), o si hace una especie de «expurgo» y solo le remite la parte que haga referencia a los indicios que ha apreciado exclusivamente contra los aforados. De ser así, aliviaría el trabajo y evitaría que el juez instructor del Tribunal Supremo tenga que leerse 100.000 folios.
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