POLÍTICA Y EMPRESA

En estos días previos a la campaña para las elecciones municipales, los partidos empiezan a tomar posiciones y desplegar las líneas de acción que consideran más adecuadas a sus intereses, que lógicamente pasan por gobernar.

Y vemos planteamientos diferentes, no solo desde el punto de vista ideológico, sobre la forma de abordar los problemas de convivencia y progreso, sino incluso de visión y de intereses partidistas, por encima de los de la sociedad. Me llaman especialmente la atención, como empresario, los planteamientos que lo desplazan todo a las elecciones generales que tendremos al final de año, tomando estas elecciones locales y autonómicas como un simple test que, en todo caso, no debe molestar a intereses superiores: acceder al gobierno central.

En terminología de empresas, sería prestar toda la atención a la estrategia dejando en un lugar bastante irrelevante la táctica. Y eso hace mucho tiempo que sabemos que no funciona. Es cierto que tener o influir con fuerza en el gobierno central es muy importante porque permite orientar las políticas que después deben aplicarse a todos los niveles de la sociedad. Es la apuesta por el largo plazo; tiene que ver fundamentalmente con la estrategia. Pero sabemos que diseñar una estrategia es relativamente fácil. Incluso diseñar una buena estrategia. Es suficiente con tener un equipo capaz de imaginar y concretar un futuro deseado que, en general y si se plantea con el suficiente grado de indefinición, tendrá muchos puntos de coincidencia con una parte importante de la población, incluso de tendencias ideológicas diferentes. El problema en las empresas no es diseñar la estrategia, sino aplicarla.

Creo que ante unas elecciones locales tenemos una oportunidad de mejorar la sociedad en el entorno que más nos afecta. No son nunca un test. Aquí nos jugamos nuestro futuro.