ENTREVISTAJoaquín GarraldaProfesor del Instituto Empresa Business School

«Los inversores miran si los directivos defienden la empresa o sus intereses»

«Los inversores miran si los directivos defienden la empresa o sus intereses» ABC

J. L. FERNÁNDEZ

El próximo jueves, Joaquín Garralda interviene en el Foro Empresarial Síntesis, del Círculo de Economía de Alicante y ABC, junto con José Mª Jordá, director general de la Fundación de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos. Ambos introducirán al auditorio en nuevas tendencias para los directivos, en un coloquio que se desarrollará en la nueva Sede Universitaria, en la calle San Fernando.

—¿En qué consiste la «integridad» del directivo?

—Es un concepto que voy a explicar asociado a lo que está ocurriendo hoy, no en el ámbito personal o político, de pensar en que el directivo de una empresa debe ser bondadoso. La integridad está más relacionada con la Responsabilidad Social Corporativa, ya que hablamos de que la empresa es una entidad, pero son sus directivos quienes toman las decisiones y ahora, en un entorno de crisis, la sociedad eleva sus expectativas de lo que deben ser las empresas. No solo se trata de ganar dinero, sino de cómo, qué prioridades tienen. Y está la transparencia, que tiene importancia para los inversores, por ejemplo, que están muy atentos a que los directivos actúan según los intereses de la empresa, no los suyos propios.

—Va a hablar en su conferencia de corrupción, ¿cómo se puede desligar de esa imagen la empresa privada?

—La ley cada vez es más exigente, pero si no hay control... La empresa es una pinza entre la regulación y la sociedad. El directivo puede esperar a que se le regule o adelantarse y demostrar que tiene unos valores.

—¿Con su conducta, entonces?

—Hay quienes se aprovechan, van a lo que van, pero luego sufren esa mala imagen todos los empresarios por igual. La Responsabilidad Social Corporativa ya muchos empresarios la tenían en cuenta hace tiempo, llamada de otras formas, respetando a sus trabajadores y no engañando a sus clientes. Y no es cosa solo de las grandes firmas, también las pymes, que se mueven en un entorno más próximo y se comportan bien.

—¿Y quienes no trabajan con dinero público, las industrias, por ejemplo, cómo se desmarcan de la corrupción?

—El problema ahí radica en que las decisiones relacionadas con la corrupción generalmente dependen de las administraciones, y no todos los empresarios tienen cuentas con ayuntamientos, comunidades autónomas, ni dependen de licencias, adquisiciones públicas... No hay mecanismos de control, aunque cada vez más y ahora afecta a la empresa tener imputados de cara al mercado, a sus clientes.

—En el foro abogan por planificar el futuro de la empresa a largo plazo.

—No se trata de dar un pelotazo, sino pensar que la empresa tiene que durar más, y que el engañado tiene memoria. Pero hay muchos héroes, que en un entorno no muy propicio consiguen honestamente mucho recorrido.

—¿Y una recomendación para planificar? ¿Contar con consultores externos o formar a personal propio?

—Según cada caso: algunas empresas grandes van a otros mercados y tal vez necesiten expertos externos, mientras otros se centran en un entorno cercano. Para todos, innovar y mejor servicio. Y no recurrir a los atajos, por ejemplo, con un nuevo producto, decir eso de que «yo tengo un amigo» y luego ya pediré los permios, y me salto así toda la «burocracia», como las pruebas de higiene, seguridad, etcétera.

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