LA MATRACA
MIGUEL VALOR
Comunicar una adjudicación es norma común en cualquier administración se llame uno Enrique o Perico
Una vez investido alcalde, la tarea de Miguel Valor para revertir la mala imagen proyectada por Alicante en esta última legislatura cuenta con aspectos a favor y en contra. A poco más de cinco meses de la próxima contienda electoral, la escasez de tiempo para que la ciudadanía perciba este cambio de rumbo se antoja como una de las mayores dificultades a afrontar. Sin embargo, las primeras declaraciones de Valor tras tomar el bastón de mando conllevan la voluntad inequívoca de agarrar el timón con determinación y tesón para poder arribar a buen puerto.
Para empezar, Valor ha ofrecido diálogo y consenso, actitudes olvidadas por su antecesora en el cargo tanto en su relación con los grupos de la oposición como entre sus propios conmilitones de partido. A decir verdad, este empeño por trabajar en aras del interés general choca frontalmente con la labor de zapa y erosión que ha guiado la actuación de la oposición, cuyo principal objetivo durante estos últimos años se había centrado en la denostación de la figura de Castedo.
Fuera de la órbita pública la exalcaldesa, Valor tendrá que lidiar con un recuerdo de marca negativo ligado a las escuchas del Caso Brugal que a buen seguro seguirá siendo punta de lanza de los ataques de la oposición. De hecho, el propio Valor ya lo ha sentido en sus propias carnes antes de ser investido alcalde. Está claro que más de dos años pinchazos telefónicos dan para mucho y sacados de contexto ni les cuento. Así las cosas, Miguel Valor ya ha tenido que leer titulares como el que sigue a continuación: «El sucesor de Castedo involucrado en las escuchas policiales con Ortiz». ¿Y cuál ha sido el delito de Valor en este caso? Pues comunicarle a un empresario la adjudicación de una obra para a continuación aprovechar la coyuntura y solicitarle una ayuda para una iniciativa cultural. Pues bien, comunicar una adjudicación a quien corresponde es norma común en cualquier administración se llame uno Enrique o Perico el de los Palotes. Así que menos demagogia y más sentido común.