PROA A LA MAR
ENSEÑANZAS DE LA CRISIS
Aunque en realidad, con una mínima reflexión, hay errores que nunca se debieron haber cometido. Me refiero a decisiones de corto plazo que pueden condicionar sin solución el futuro. Y es un riesgo aún mayor en épocas de crisis, en que la necesidad de resolver las urgencias del día a día enmascaran problemas que determinadas decisiones pueden ocasionar en la orientación de la empresa.
Pero ahora estamos avisados. Hemos cometido errores en el pasado que nos han llevado a esta situación difícil, en la que queremos empezar a ver una salida. No repitamos aquellos errores si no queremos repetir la tristeza de la contracción desordenada por la que hemos vagado tanto tiempo. Han sido muchos, básicamente asociados –como he reiterado en esta columna– con relajación de los valores que están en los cimientos de las empresas: orientación al cliente, calidad, servicio, eficiencia, visión a largo plazo, compromiso de la plantilla, ejemplo de la dirección, equipo …
Y todos estos valores acaban confluyendo en la que en mi opinión es la parte más crítica de la empresa: la gestión de personas, en la que errores graves pueden resultar devastadores. En esta breve reflexión quiero centrarme solo en uno de esos posibles errores: el diseño del sistema de incentivos, lógicamente asociado a la elección estratégica de los objetivos y la definición de los planes para alcanzarlos.
Sin duda un sistema de incentivos correctamente diseñado es un buen instrumento para alcanzar los objetivos. Sistema, además, que debería contemplar no solo los logros individuales, sino también los del equipo, conseguidos de manera ordenada.
Nadie quiere ganar mucho hoy para perderlo todo mañana. La empresa no tiene nada que ver con los juegos de azar. Y a veces nos hemos comportado como si así fuese.
Ahí está una de las claves de la reciente pérdida de empresas muy relevantes de nuestra provincia: con objetivos nominales a largo, parecía primarse el crecimiento acelerado sin un análisis demasiado riguroso de los riesgos. Sistemas de incentivos que orientaban la gestión hacia grandes operaciones que fijaban una orientación estratégica indeseada. Y los problemas surgieron inmediatamente.
Y aquí la enseñanza con que titulaba este artículo: nunca deberíamos comprometer con incentivos a corto el futuro de la empresa.
* Javier Fur es presidente del Círculo de Economía de Alicante