COMO EL ROSARIO DE LA AURORA

El Partido Popular de Orihuela se ha convertido en un matrimonio mal avenido con serios visos de terminar como el Rosario de la Aurora, una costumbre, por cierto, muy arraigada en las décadas de 1940 y 1950 en la localidad orcelitana. Con dos presidentes provisionales a día de hoy, el «oficial» Dámaso Aparicio y el «ilegal» Francisco José Pérez, tras la expulsión de Pepa Ferrando el 2 de enero por ausentarse del Pleno para evitar votar una moción que instaba a fulminar de las listas electorales a imputados por corrupción y, a reglón seguido, verter graves acusaciones contra la dirección provincial y autonómica de su partido, la anarquía se ha adueñado de uno de los bastiones más importantes del PP en la Comunidad Valenciana. Un imprescindible granero de votos para un partido que hoy los necesita más que nunca. Para intentar poner orden en una ciudad históricamente de derechas y en donde la sombra de Mónica Lorente continúa siendo muy alargada, la incombustible secretaria general del PPCV, Isabel Bonig, aterrizará el lunes por tierras oriolanas. Porque si bien es cierto que todas las miradas se centran en la señora Ferrando, a nadie se le olvida por estas tierras sureñas, que la mano que mece la cuna del PP oriolano es la de Lorente, la más lista y avispada de la clase desde tiempo inmemorial. La visita de la secretaria general del PPCV pretende acabar con las cuitas internas de un partido roto en dos pedazos con serias posibilidades de escisión. Estoy más que seguro que a partir del martes volverán a correr ríos de tinta y se calibrará la fuerza y el poder de la dirección regional para detener una más que posible sangría de votos de cara a las próximas elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015. Las espadas están en todo lo alto y, ahora sí, los ases guardados en la manga comenzarán a hacerse visibles. Y a falta de poco más de cuatro meses para la cita electoral, el mirlo blanco del PP continúa sin dar señales de vida.