DESDE EL SUR
CHARAMITAS
Hoy, 6 de diciembre, la ciudad que me vio nacer está de fiesta. De fiestas en Honor a la Inmaculada Concepción, patrona de Torrevieja. Unas fechas de reencuentro y de jolgorio, de pasión y devoción por una Virgen que junto a la marinera Virgen del Carmen son santo y seña de la religiosidad y de la cultura local. El lunes, Día Grande de Torrevieja, unos más que otros podrán ofrendar a la Purísima Concepción su devoción y sentir. Fechas de regocijo familiar, de reuniones fraternales para seguir sintiendo que formamos parte de un pueblo, de una ciudad que cada vez es más cosmopolita aunque sin perder sus raíces más profundas y sentimentales. A algunos, sin embargo, los garbanzos torraos y las almendras garrapiñadas típicas del momento, no les sentarán nada bien. A más de uno el soniquete de Dulzaina y Tamboril acompañando a los gigantes y cabezudos, con la pizpireta Lyly, el correoso Lobo y el malvado Ogro, le sonará a marcha mortuoria. Han sido chicos malotes a conciencia. No han hecho los deberes y desde las altas esferas del Ayuntamiento les han sacado la tarjeta roja. De expulsión y partido de sanción. Ya no valen medias tintas. Estamos al final de la temporada y siguen creyendo que juegan un partido amistoso de solteros contra casados. Se me van de las manos. Se han confiado tanto los de la bancada de la oposición que a falta de cinco meses para las elecciones municipales y autonómicas creían que las cartas iban a continuar teniéndolas marcadas. Menuda panda de robapavos. Siguen pensando que el cuento de la lechera puede tener un final feliz porque esperan recontar los votos de todos los partidos de todos los reductos de la izquierda y de la extrema derecha (menuda extrema derecha torrevejense) pueden echar de la Alcaldía al PP de Eduardo Dolón, que huele cada vez con más fuerza a enésima mayoría absoluta. No les arriendo las ganancias. Ni a unos ni a otros. Viven enfrascados en un autofagocitismo propio de unos tiempos lejanos a este siglo XXI. Sin embargo, se retroalimentan todos a una en su odio a un PP que gobierna con el certificado de confianza de sus ciudadanos, que ven como mejor y única opción al partido que gobierna la ciudad desde hace más de 26 años.