EL DESCANSO
RTVV
Hace ya un año del adiós del medio de comunicación más cercano y propio de la Comunidad Valenciana, la radiotelevisión pública. En este tiempo, el único directo que se ofreció a todos los habitantes de esta comunidad fue el que experimentaron los ciudadanos que visitaron las localidades para vivir, en primera persona, sus fiestas. Todas son un año más viejas, pero sin la mirada de RTVV.
Ha pasado un año del apagón. De la noche utilizada para que, al menos durante unas horas, los trabajadores reclamaran una libertad que, según denunciaban, no se les había permitido ejercer. Esa noche dieron voz a colectivos que, según recordaron los propios trabajadores, no se les había permitido antes. La misma vergüenza ajena que sentí viendo cómo denunciaban una situación que durante tantos años habían callado, continúa al ver que no cambiaron su mensaje.
Qué es más valiente, ¿defender la verdad cuando sabes que la empresa no va a cerrar, pero tú puedes perder tu puesto de trabajo, o hacer esa misma defensa cuando a la empresa le quedan horas de vida y tú, hagas lo que hagas, estás muerto?
La semana pasada, se cumplía el primer año sin la radiotelevisión autonómica, y el día terminó igual que comenzó. Pensando en qué ocurrirá con el chaval de la coleta, si la macro economía llegará pronto al bolsillo del currante y si los casos de corrupción acabarán algún día. Hace un año, se mostró una ligera intención de pelea por reivindicar la continuidad de un canal autonómico. Un año después, la voz de la calle se apagó. Igual que los micros de la radio y la televisión. Una comunidad como esta no debe pasar sin una televisión pública y plural pero, con la que está cayendo, ¿es ahora el mejor momento para estas inversiones?