MORIR MATANDO

La todavía alcaldesa de Alicante continúa su particular vía crucis acosada por todos. Sus compañeros del PP ya parecen haberse cansado de tantas diatribas procedentes del resto de partidos políticos y, por supuesto, de unos medios de comunicación que, como ya hiciesen en su día con Paco Camps, se están cebando con ella sin ningún tipo de compasión. Una vez más los tiempos en política son muy importantes, seguramente decisivos para el devenir de los acontecimientos. Y una vez más Alberto Fabra y su equipo no parecen medirlos a la perfección. Si Sonia Castedo es un cadáver político –tiene todos los visos de serlo– el presidente regional del PP y presidente de la Generalitat Valenciana debería tener en la mano una solución al problema, porque la situación se va a complicar cada día más. La maltraída línea roja, los exámenes de conciencia y la certeza de que hay que regenerar la vía pública española, nos lleva a la conclusión de que Castedo debe dar un paso al frente. Si como todos sabemos su acta de concejal no se la puede retirar nadie, debería salir públicamente y decirle a todos los alicantinos que no se va a presentar a las elecciones municipales de mayo de 2015. Y aquí paz y después gloria. Seguramente la oposición y los medios tocapelotas seguirán con la misma cantinela, pero al PP les liberará de tener que aguantar el indeciso futuro de la alcaldesa. Su cicatero silencio está haciendo cómplices al resto de correligionarios de su partido. Aunque las salidas de tono de algunos concejales de la oposición, especialmente del Pavón de IU, llamándola «alcaldesa zombie» el día de Halloween, ha tenido una más que brillante y rápida contestación de Sonia Castedo con la frase lapidaria «esta muerta viviente huele mejor que usted». No sabemos si había doble intención de la alcaldesa de Alicante en su respuesta al edil comunista del Ayuntamiento de Alicante, aunque algunas veces, señor Pavón, es mejor estar callado y no hacer la gracia fácil y previsible que hablar para que te den un guantazo en toda la trompa con la mano abierta que no sepas ni de dónde te ha venido.