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Comienza la Segunda Guerra Mundial

Hitler ante el Reichstag, anunciando la invasión de Polonia

Berlín. 01/09/1939. Hitler, pronuncia su histórico discurso en la sesión del Reichstag, en el edificio de la opera Kroll. Desde la tribuna anunciaba al que las tropas alemanas habían respondido al fuego de las tropas polacas.
Berlín. 01/09/1939. Hitler, pronuncia su histórico discurso en la sesión del Reichstag, en el edificio de la opera Kroll. Desde la tribuna anunciaba al que las tropas alemanas habían respondido al fuego de las tropas polacas. "... A cada bomba -dijo- responderá una bomba". Sin declaración de guerra invadía Polonia - ABC
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El 1 de septiembre comenzó la Segunda Guerra Mundial. Pero eso lo sabemos hoy. Ese día, hace 76 años, la mayoría seguía `pensando que era un problema de alcance limitado, y casi nadie pensaba que pudiera convertirse en el peor conflicto bélico de la historia de la humanidad. Muchas veces los acontecimientos discurren ante nosotros haciendo muy difícil percatarse de la gravedad de los mismos. ABC publicó el 2 de septiembre: «La palabra terrible y fatal ha sonado. Se ha encendido la guerra en Europa. Si aún hubiese una remota posibilidad de atajar el estrago, este movimiento optimista se anularía frente a la realidad de unos acontecimientos no por esperados menos terribles. Lo mismo Alemania que Inglaterra habían jugado en el conflicto la prenda del honor. Hitler, en su magnífico discurso, ha contestado "a la fuerza con la fuerza”, repeliendo una agresión que hacía callar a la dialéctica. Frente a este hecho irremediable, aparece Inglaterra, que ya hace días definió su actitud decidida a defender a Polonia a todo evento. Estas dos posiciones subrayan hoy la gravedad del problema, que Europa entera presencia consternada. Todos los esfuerzos de mediación, todas las razones sentimentales, toda la fuerza de autoridad personal, se han venido a tierra ante este hecho irremediable que se resume en una sola palabra: guerra».

El corresponsal de ABC en Berlín, Eugenio Valdés, escribía sus impresiones sobre el momento: «el momento más dramático de todo el discurso ha sido cuando Hitler, el hombre que tiene en sus manos el destino de un pueblo de ochenta millones, ha dicho que él irá a la guerra como simple soldado a compartir las penalidades y fatigas, el pan y el agua de la trinchera, exactamente igual que el último ciudadano alemán. Y si muriese en la lucha, su sucesor sería el mariscal Goering, y si este pereciese, su continuador sería Hess. Para el caso de que ambos cayesen en el campo del honor, el Reichstag alemán se reuniría para designar al nuevo Führer alemán». Es una versión un tanto personal del discurso de Hitler, que realmente dijo que se acababa de poner el uniforme de soldado que no se quitaría hasta conseguir la victoria porque, anunció, no habría capitulación como en la Primera Guerra Mundial.

Tras el incendio del Reichstag -del que se acusó al comunista neerlandés van der Lubbe, aunque a quien beneficio fue a los nacionalsocialistas-, el parlamento se reunió en la opera Kroll. El plan para crear la capital del Mundo, Germania, de proporciones colosales, un sueño megalómano de Hitler y su arquitecto Albert Speer, fue retrasando la restauración completa del Reichstag, que terminó la guerra semiderruido. Durante la contienda fue utilizado como sala de exposiciones, hospital o como fábrica de válvulas de vacío.

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