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Por fin llegaron las vacaciones

Con las notas en la mano, a disfrutar del veraneo

Madrid, 29/6/1950. Escolares pertenecientes a la institución sindical de formacion profesional «Virgen de la Paloma» salen de las clases para comenzar sus vacaciones veraniegas, corriendo con sus notas finales en la mano. A juzgar por su alegría, las calificaciones no debieron ser muy malas
Madrid, 29/6/1950. Escolares pertenecientes a la institución sindical de formacion profesional «Virgen de la Paloma» salen de las clases para comenzar sus vacaciones veraniegas, corriendo con sus notas finales en la mano. A juzgar por su alegría, las calificaciones no debieron ser muy malas - Archivo ABC
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Con la entrega de las notas finales comienzan oficialmente las vacaciones para cientos de miles de niños de toda España. Los buenos estudiantes podrán disfrutar con más tranquilidad de los casi tres meses que hay por delante, hasta comienzos de septiembre, para poder dedicarse a una tarea no menos importante que el curso escolar: ahora toca dedicarse a jugar, pelear, reír, fabricar en definitiva recuerdos que les permitan el día de mañana mirar hacia atrás con nostalgia.

A ello era a lo que partían estos chavales de hace ya sesenta y cinco años, dispuestos a disfrutar del veraneo. Porque entonces se veraneaba, no se «cogían vacaciones». Por delante, tres meses que los más afortunados pasarían en el pueblo de los padres, en la casita de la sierra o en la playa, desde dónde muchas veces el padre volvía cada día a su trabajo en la ciudad. Los menos favorecidos tendrían que contentarse con las calles de su barrio, con algún parque cercano, el río tal vez o alguna piscina. Lo importante es que partían a un lugar muy lejano, apartados de la rutina de todo el año. Tres meses inolvidables para los niños que pudieron disfrutarlo. Cuando se terminaron esos veraneos solo quedó el recuerdo, y en él se hizo más grande el verdadero paraíso en la Tierra: la infancia.

El calor, la monotonía de las tardes de verano hacen que muchos caigan en el aburrimiento. No importa, es el efecto de la infancia, en la que todo es presente. En esas tediosas tardes del verano, ¡Cuántas vocaciones se han descubierto! Es posible que este no sea el mejor verano de sus vidas. Pero eso no lo saben y piensan que podrá serlo. Dejémosles disfrutar de ese instante.

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