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El último crimen de Mateo Morral

El anarquista asesinó a un guarda en el Ventorro de los Jaraices

Torrejón de Ardoz, Madrid, 3/6/1906. Entierro del guarda Alfonso Vega, última víctima del anarquista Mateo Morral. En la imagen, el paso de la fúnebre comitiva por la carretera de Torrejón a Loeches. 1, 2 y 3, hermanos del guardia Alfonso Vega. 4, Alcalde de Loeches
Torrejón de Ardoz, Madrid, 3/6/1906. Entierro del guarda Alfonso Vega, última víctima del anarquista Mateo Morral. En la imagen, el paso de la fúnebre comitiva por la carretera de Torrejón a Loeches. 1, 2 y 3, hermanos del guardia Alfonso Vega. 4, Alcalde de Loeches - Archivo ABC
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El anarquista Mateo Morral intentó matar, lanzando una bomba envuelta en un ramo de flores, a Alfonso XIII y a Victoria Eugenia de Battenberg el día de su boda, el 31 de mayo de 1906. Tras el atentado de la calle Mayor huyó hasta ser descubierto en una pequeña venta en la carretera de Ajalvir, a dos kilómetros de Torrejón de Ardoz, el ventorro de los Jaraices. Tras asesinar al guarda Alfonso Vega, se suicidó. O al menos eso se pensaba y así figura en todos los libros de historia. Pero Francisco Pérez Abellán publicó recientemente en ABC (29-03-2015) un reportaje en el que demuestra que el suicidio fue imposible: «Ahora, unas fotos excepcionales del sumario judicial, nunca antes difundidas, han sido objeto de un profundo estudio científico que muestra una realidad completamente diferente: Morral no se suicidó con una pistola Browning que, supuestamente, llevaba oculta, como cuentan los manuales. Este hallazgo histórico forma parte de la iniciativa para impulsar la investigación, en colaboración con la Universidad Antonio de Nebrija». El tiro en el pecho fue hecho a más de metro y medio y con un arma larga, lo que hace imposible el suicidio.

Pero lo que nadie ha puesto en duda es que el anarquista catalán asesinó al pobre guarda Alfonso Vega. ABC narraba el suceso el 4 de junio de 1906. Fermina Treissaz era la dueña, junto a su marido Jenaro Chamorro, del ventorro de Jaraiz. Estando ella sola recibió al fugitivo, quien pidió una tortilla de tres huevos y un trozo de bacalao frito. Dudaba del individuo y así se lo transmitió a los conocidos que llegaron a la venta, incluido el guarda Alfonso Vega. Este último se mostró más activo y le hizo preguntas, hasta que llegado el momento le preguntó: «¿Usted tendrá inconveniente en venir conmigo a Torrejón para prestar una declaración?», a lo que Morral se mostró dispuesto. A los cuatro minutos se escuchó un disparo, la ventera vio entonces el cuerpo del guarda tendido en la carretera. El asesino echó a correr y pudieron ver que se apuntaba en el pecho con una pistola y se disparaba.

Ese fue el testimonio de los testigos presenciales. Y esa fue la versión oficial durante muchos años. Y aunque las investigaciones desveladas por Pérez Abellán parecen descartar el suicidio, el asesinato del guarda fue cierto y nadie pone en duda que fue cometido por Mateo Morral, un anarquista responsable de la muerte de 24 personas, aunque algunos quieran reivindicarlo como una especie de justiciero romántico. Observen, en nuestra fotografía de hoy, el entierro de su última víctima, un humilde guarda asesinado por intentar detener al que era el criminal más buscado en esos momentos. Una familia humilde que posa con sus mejores galas en el entierro de su familiar. Como era costumbre en la época, se numeraban los personajes identificados en el pies de foto, en este caso 1,2 y 3 para sus hermanos, y 4 para el alcalde de Loeches. Todos ellos en el entierro del guarda Alfonso Vega, asesinado por Mateo Morral, un criminal sin paliativos.

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