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Escuelas de esgrima en el Tercer Reich

El deporte infantil en la Alemania Nazi

Alemania, 1944. Un instructor dando explicaciones a algunos de sus alumnos de una escuela de esgrima de las Juventudes Hitlerianas
Alemania, 1944. Un instructor dando explicaciones a algunos de sus alumnos de una escuela de esgrima de las Juventudes Hitlerianas - ABC
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La estética nazi fue cimentándose poco a poco con los instrumentos propagandísticos de la época, especialmente los medios de comunicación de masas, entre los que destacó el cine. «El triunfo de la voluntad» y «Olimpia» sellaron la carrera de Leni Riefenstahl. El segundo documental fue todo un hito cinematográfico, ya que nunca antes se habían filmado unos Juegos Olímpicos. Ella no inventó la estética nazi, que no era más que la del superhombre de los años 30. En Alemania era un atleta que tenía un aire clásico, en Italia era el supercampesino y en la Unión Soviética el obrero modélico. Los totalitarismos tienden a compartir una estética común. El hecho es que tras el documental de Riefenstahl de los Juegos de Berlín el deporte no volvió a ser plasmado igual.

El ario perfecto y deportista era un ideal de los nazis. En una época en que fascismo y socialismo convirtieron el deporte en una herramienta de propaganda popular, coincidiendo con la irrupción de los medios y otros opios de masas, el Reich alemán pensaba entonces arrasar en el campo de juego como aviso para el campo de batalla. Para ayudar a ello estaban las escuelas de sus Juventudes Hitlerianas, donde se formaban los cachorros del Tercer Reich. Y entre las enseñanzas, el viejo y caballeresco deporte de la esgrima, como el que practican los muchachos de nuestra fotografía de hoy. Los pequeños tiradores se entrenaban con sus floretes mientras millones de soldados luchaban por medio mundo. Al final de la Segunda Guerra Mundial fueron miles los niños de trece o catorce años que lucharon en las filas del ejército alemán, quien sabe si alguno de estos de la fotografía lo harían.

La fotografía no está firmada, desconocemos su autoría, pero provenía de la Oficina central de propaganda del NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán). Los fotógrafos eran eficaces, y en ocasiones excelentes profesionales. Cumplían con la misión que se les encomendaba. Y desde luego eran maestros en captar la esencia del ideal ario que se había impuesto como un canon. Lástima que todo ello se hiciese para mayor gloria de un régimen que causase tanto Mal.

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