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La casa de Fieras del Retiro de Madrid

La jaula de las rapaces, ahora en el Zoo de la Casa de Campo

Madrid, abril de 1966. La enorme jaula de los pájaros en la Casa de Fieras del Parque del Retiro
Madrid, abril de 1966. La enorme jaula de los pájaros en la Casa de Fieras del Parque del Retiro - Teodoro Naranjo
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«¡Romántica Casa de Fieras/del Buen Retiro, he vuelto a ver/la alegría de tus banderas,/bajo la tarde, como ayer!» Comenzaba el poema Bestiario, de Ramón María del Valle Inclán, que terminaba: «¡Olvidada Casa de Fieras,/con los ojos de la niñez/tus quimeras/ vuelvo a gozar en la vejez!/ Muere la tarde. Un rojo grito/sobre la fronda vesperal/ Y abre el círculo de su mito/el Gran Bestiario Zodiacal»

Y es que es cierto que nada produce más melancolía que los recuerdos de nuestra niñez. Aquella Casa de Fieras, idealizada en la memoria de aquellos que la conocieron, no era más que un recinto pequeño, incomodo para las pobres bestias y para sus sufridos cuidadores, que olía mal y permitía disfrutar poco de los animales. ABC lo recordaba en un artículo publicado el 15 de marzo de 1935: « Nunca, que sepamos, y ha de reconocerse en honor a la verdad, fue la colección de animales feroces que contuvieron las jaulas del Parque, asombro de las gentes, pues no sé si por la poca afición del público, aunque nada se hacía por fomentarla, por el precio elevado de determinados ejemplares o porque hubiese otras dificultades que se opusieran a su adquisición, es lo cierto que siendo tan abundante y rica la fauna ibérica, no hubo jamás entre la colección un ejemplar curioso. Algunos leones, tomados de segunda mano a un domador de circo; un par de tigres, panteras, osos y lobos, y entre los mamíferos inofensivos, un camello, una ardilla, tal cual foca, un ciervo, un canguro y pare usted de contar».

Pero en la imaginación infantil aquellas bestias se antojaban venidas de lugares exóticos y recordaban que había mundos ignotos en los que poder caminar, la escopeta al hombro, en busca de aventuras increíbles. Casi podemos escuchar a los niños, escondidos tras algún árbol del Retiro, un palo a modo de arma, disparando a la cabeza del león, ¡Pum!

El Zoo de la Casa de Campo de Madrid sustituyó en 1972 a la antigua Casa de Fieras del Retiro, que llegó a tener 1,5 millones de visitas contabilizadas en el año 1967. Antes de él hubo otro zoo, el primero que se instaló en Madrid en lo que ahora es la Cuesta de Moyano. El promotor no pudo ser otro que Carlos III, en 1774. Incluso tuvo un elefante que envío el gobernador de Filipinas y que llegó andando a Madrid desde Cádiz.

La jaula de la fotografía albergaba a las aves rapaces, y fue traslada al Zoo de Madrid, en la Casa de Campo, donde continúa en la actualidad. Fue fotografiada por Teodoro Naranjo (1930-1982) uno de los mejores fotoperiodistas que ha dado España. Vinculado durante toda su vida a ABC, dónde entró en la sección de huecograbado con tan solo 15 años, falleció el mismo día que cumplió 52 años. En su esquela le acompañó el título de redactor de ABC, porque desde su fundación, los fotógrafos de nuestro periódico tuvieron la consideración de redactores gráficos. Periodistas antes que fotógrafos.

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