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Los parados de Ávila piden trabajo

Levantando las losas de la Plaza de la República

Ávila, Octubre de 1933. Un grupo de obreros se dedicó desde primeras horas de la mañana a levantar las losas de los soportales de la plaza de la República, en Ávila, que acababa de ser reformada. Ante los requerimientos del alcalde, los obreros le dijeron que realizaban aquella labor porque se encontraban parados y suponían que el ayuntamiento les facilitaría trabajo al ordenar que se volvieran a poner las losas. Tuvo que intervenir el gobernador civil
Ávila, Octubre de 1933. Un grupo de obreros se dedicó desde primeras horas de la mañana a levantar las losas de los soportales de la plaza de la República, en Ávila, que acababa de ser reformada. Ante los requerimientos del alcalde, los obreros le dijeron que realizaban aquella labor porque se encontraban parados y suponían que el ayuntamiento les facilitaría trabajo al ordenar que se volvieran a poner las losas. Tuvo que intervenir el gobernador civil - Mayoral
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No existen datos sobre el paro en España hasta 1933, por lo que resulta imposible determinar hasta qué punto el establecimiento de la Segunda República en España supuso un retroceso frente al pleno empleo que se habría alcanzado en tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera. Lo cierto es que en la década de los 20 se establecieron en España medidas laborales que mejoraron las condiciones de los trabajadores, algunas encaminadas a encauzar las protestas, como el arbitraje en los centros de trabajo.

El paro nunca habría alcanzado a más de un 10 por ciento de la población, muy lejos de los que sufría Alemania (25 – 30%) o Estados Unidos (20%). Aunque para evaluar las condiciones laborales en España habría que tener en consideración otros factores, como la escasa productividad; la precariedad laboral; el aumento de la masa laboral por un incremento de la natalidad de las décadas anteriores y el parón de la emigración, consecuencia de la crisis económica internacional.

El paro agrícola hizo que muchos braceros buscaran trabajo en las ciudades, donde la construcción constituía el oficio primordial de los campesinos recién llegados y una ocupación que permitía sobrellevar los periodos de inactividad en el campo. Al disminuir las obras públicas que impulsó Primo de Rivera, la situación devino en un problema muy grave.

En este contexto hay que valorar la fotografía que publicamos hoy, con un pie de foto que hemos respetado prácticamente en su totalidad, pero que hemos tenido que reducir por razones editoriales: «Cómo piden trabajo los obreros parados de Ávila. Un grupo de unos cuarenta obreros se dedicó desde las primeras horas de la mañana a levantar las losas de los soportales de la plaza de la República, en Ávila. Llamó el hecho la atención a los vecinos por cuanto ese pavimento se había reformado recientemente. El alcalde presentóse allí, y los obreros le dijeron que realizaban aquella labor porque se encontraban parados y suponían que el Ayuntamiento les facilitaría trabajo al ordenar que sé volvieran a poner las losas. El alcalde les rogó que suspendieran la faena, pero ellos no le obedecieron. Tuvo que intervenir el gobernador civil». Otra foto en la misma página presentaba a los obreros posando ufanos ante el objetivo del fotógrafo, esta vez con el siguiente pie: «Los obreros que levantaron las losas del pavimento siguen en la plaza y sonríen ante el objetivo del fotógrafo, satisfechos de su hazaña. La población está indignada ante el hecho, que atribuye a la Casa del Pueblo».

La fotografía es de José Mayoral Encinar (1890-1971), una institución en Ávila, una de sus figuras más relevantes del siglo XX, padre del periodismo gráfico en Ávila. Algunas veces hemos recordado en esta sección como a los fotógrafos se les denominó en ABC, desde su fundación, redactores gráficos. Mayoral es un ejemplo de tal. Se inició temprano en la fotografía y pronto se decantó por el fotoperiodismo, comenzando su carrera en El Diario de Ávila. Se convirtió en corresponsal de los principales medios de su época, entre los que se contó ABC y Blanco y Negro, naturalmente. En 1965 le fue concedida la Medalla de Plata al Mérito en la Información Gráfica. Su hijo, Antonio Mayoral (1921-2005) le acompañó desde los 12 años en su trabajo y continuó la labor que iniciara su padre.

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