El valor del maestro en tiempos de crisis: la experiencia del Centro Docente María
La capacidad de adaptación de los docentes es el mejor recurso educativo en la actual situación adversa
De la noche al día profesores de todo el mundo se han visto obligados a comenzar sus clases de manera virtual, a comunicar con sus alumnos a través de plataformas telemáticas y, en numerosas ocasiones, a aprender sobre la marcha la manera más eficaz de mantener una educación a distancia a más de 1.500 millones de jóvenes afectados por el cierre preventivo de sus centros escolares para contener y limitar la pandemia del Covid-19.
Esta medida, sin precedentes en la enseñanza moderna, ha puesto de relieve la labor esencial de los maestros como organizadores directos de la experiencia de aprendizaje de los estudiantes y su compromiso por ofrecer una educación de calidad a pesar de las dificultades.
El CDM puso en marcha, de manera inmediata, un dispositivo basado en tres objetivos fundamentales, claros y realistas : proporcionar a las familias la posibilidad de mantener la implicación de sus hijos en el aprendizaje; identificar las nuevas necesidades emocionales y educativas de los alumnos; y gestionar los recursos educativos adaptándolos con creatividad al nuevo contexto.
En una situación de crisis como la actual, la escuela debe ser más sensible que nunca a las inquietudes de los padres, y facilitar el acceso de sus hijos a los recursos necesarios, traduciendo las orientaciones generales de los organismos competentes en medidas concretas de aprendizaje. Para ello, el CDM redefinió sus objetivos de manera consensuada, atendiendo a las necesidades primordiales de cada etapa, desde Infantil hasta Bachillerato, con la idea, no solo de permitir un aprendizaje a distancia, sino de asegurar la consolidación de las destrezas adquiridas y fortalecer la autoestima colectiva de la comunidad educativa.
Dado el carácter imprevisible de esta pandemia, el profesorado se vio obligado, en cuestión de días, a cambiar su metodología, adaptar el material, utilizar plataformas digitales y, todo ello, desde la frialdad de un ordenador, sin la presencia de los alumnos, sin la posibilidad de poder crear el clima emocional que permite transmitir de forma transversal lo que verdaderamente el docente considera importante cuando se interactúa en el aula.
Esta circunstancia ponía a prueba la capacidad de adaptación y de respuesta del principal recurso educativo en tiempos de crisis: los profesores. Para el CDM, el maestro del siglo XXI no puede presentarse como una figura única e inalterable transmisora del saber, bien al contrario, su propósito principal debe ser posibilitar el aprendizaje y poseer la creatividad y los recursos necesarios para implementar las estrategias que le facilite desempeñar sus responsabilidades y funciones como educador. Para ello, la relación alumno/profesor no puede entenderse como un conflicto entre opuestos cuando, en realidad, el verdadero aprendizaje se produce en el encuentro entre ambos.
Y es esta convicción la que ha permitido que, después de casi tres meses de trabajo a distancia, el CDM siga ofreciendo una enseñanza de calidad, variada y flexible que, a través de las nuevas tecnologías, aporta soluciones adaptadas a las capacidades y emociones de cada alumno y pone de manifiesto, ahora más que nunca, el valor actual del principal recurso educativo con el que pueden contar las familias: los maestros.