El Regajal: una nueva forma de hacer vinos en Madrid
Este nuevo El Regajal es distinto, mucho más fino, envuelto por notas de ciruela amarilla y negra en sus aromas
Un afán en el sentido de deseo. Aunque no sé si, como todo tiene su afán, todo tiene su tiempo. Así queda escrito en la Santa Biblia, en el capítulo tercero del Eclesiastés: «Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora». Mi afán hoy es El Regajal, un vino de Aranjuez, municipio de la región de Madrid más afectado por la espectacular tormenta del pasado domingo, cuando según vecinos parecía que llegaba «el fin del mundo». Muchísimos daños, también en la finca donde nace El Regajal, donde se elabora. «Todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora». Y es hora de un nuevo Regajal, distinto, mucho más fino, envuelto por notas de ciruela amarilla y negra en sus aromas, que alcanzan ese paso por boca amparado por una evidente suavidad. Suavidad si tenemos en cuenta que El Regajal era antaño poderío y volumen, esa elegancia gruesa que por supuesto existe, y hoy se ha envuelto de cierta frescura, de otra elegancia pero igual de atractiva. El Regajal, en su versión 2013, es una nueva película, con más dosis de uva tempranillo y un carácter tierno. Pero sigue siendo, y siempre será, El Regajal.
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