Un buen rosado de Cigales

Vinea, de uva tempranillo, es un rosado de nombre, clarete de color, osado por cualidad y vivo, bien vivo

juan fernández-cuesta

No le miremos los puntos a un vino rosado. No le busquemos las cosquillas más que para encontrar una sonrisa. Incluso aunque uno le busque las cosquillas, lo que implica unirle a un foie, a unos boletus con ajo, a un goulash de venado, o como se escriba, con un toque curry, e incluso a un steak tartar. Sembremos de esperanza los campos, estos campos sembrados en el restaurante Al Paseo, de Madrid, el primer lunes de este febrero de 2015 que cosecha frío.

Vinea que se llama el vino, rosado de nombre, clarete de color, osado por cualidad y vivo, bien vivo. Vinea, de uva tempranillo, de cepas ya en edad bien adulta pues los cuarenta años cumplieron. Vinea como anticipo de una añada 2014 muy superior a lo que vivimos antes, como consecuencia de un tiempo feliz. Quizá sea una temeridad adelantar la primavera a esta época de nieves y hielos, de frescos romances que no son romances sino extraños episodios frescos. Pongamos que se trata de un vino con cuerpo. Un cuerpo vivo que se llama Vinea. Escribimos en invierno de un vino de primavera. Y lo hacemos porque se trata de un vino con todos los sentidos. Un vino, decíamos, bien vivo.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación