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Playas de Almería, paraíso virgen español
Las costas almerienses cuentan con multitud de calas y playas vírgenes, un destino idílico para descansar y detener el reloj
Las costas almerienses cuentan con multitud de calas y playas vírgenes, un destino idílico para descansar y detener el reloj
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Siéntete libre, en los Genoveses
La Playa de los Genoveses es para parar el tiempo. Al llegar te das cuenta de que dónde vas no es cualquier lugar, tienes que dejar el coche en el parking (5 euros) a unos 250m de la playa, pero merece la pena tan solo por recorrer su camino y aparecer en la inmensidad del mar y la belleza en su máximo explendor . De ahí a que sea considerada como una de las bahías más bellas del Cabo de Gata .
Allí eres libre, los perros corren por la orilla, se dan su chapuzón; las familias acampan y pasan las horas riendo y jugando, es una verdadera estampa vacacional.
Cometas, actividades acuáticas, deporte, en kilómetros de arena fina y dorada. En definitiva, un regalo divino.
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La Isleta del Moro, lugar al que volver
Una parada obligada en este precioso pueblo de casas blancas y detalles azules es el puerto, allí se encuentran estancados las barcas de los pescadores que salen a pescar cada mañana, donde al caer la tarde ves a los niños salir a jugar y corretear por la orilla.
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Comida y alojamiento, calidad-precio
En el Hostal-Restaurante La Isleta del Moro vivirás una experiencia para los sentidos, no solo por su calidad tanto en producto como en servicio, sino porque tienen una terraza junto al mar, donde casi puedes saborear la sal del agua, respiras plenitud y el sabor de la comida se intensifica. Cuidan todo al mínimo detalle y están abiertos toda la semana .
Recomendable reservar, especialmente en las cenas, ya que nadie se lo quiere perder.
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Restaurante La Ola, momento y lugar
Lugar de contrastes, situado en un punto clave del pueblo, tiene la terraza en lo alto del acantilado, cenar o tomar un cóctel allí es una auténtica experiencia sensorial.
Desde allí, puedes aprecier toda la silueta de La Isleta, desde su orilla al Peñón donde sube la gente a pensar o simplemente a empaparse de belleza.
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Donde lo demás es lo de menos
Cuatro calles dividen el pueblo, la tienda de Sara como único establecimiento para poder hacer la compra, pilas de lavar en mitad de la plaza; junto a puestos de complementos artesanales. Cuando te adentras en sus calles ya respiras mar y a lo lejos te deslumbra el brillo mágico de sus aguas, se escuchan risas de los niños y chancleteos por los estrechos callejones.
Desde que amanece hasta que el sol se esconde no deja de sorprenderte y empaparte de su espítiru sencillo con una belleza inigualable.
La Isleta del Moro es sin duda un destino para ti, para estar contigo, para desconectar, ir a fuego lento y reencontrarte.