Un italiano crea solo con sus manos el parque de atracciones más especial del mundo
Ai Pioppi nació como restaurante. Pero su fundador decidió crear allí atracciones únicas y maravillosas, sin ninguna ayuda mecánica
Un italiano de mediana edad, encerrado en su taller, con gafas de protección y soplete en mano podría estar construyendo cualquier cosa imaginable, aunque probablemente nunca pensarías en que con sus manos, está creando nada menos que un parque de atracciones .
Parece sacado de un cuento para niños, pero es real. Pero la idea original no era esa, sino poner un restaurante: Ai Pioppi, que también surgió casi de casualidad.
«Abrimos el 15 de junio de 1969. Era un hermoso día. Compré una jarra de vino tinto y otra de vino blanco. Compré salchichas, cinco o seis kilos. Puse toda la comida debajo de un árbol y empecé a cocinarla. También compré soppressa, un tipo de salami de Venecia. Quería saber si la gente compraría algo, si empezaría a venir porque no tenía ni un cartel en el lugar. Vinieron dos chicos y me preguntaron: "¿Qué es esto?". "Un restaurante", contestó él. "Pero ¿cómo es posible si ayer no había nada aquí?". Y les contesté que eran ellos los primeros clientes».
Así empezó el sueño del dueño de Ai Pioppi, pero aún quedaba mucho por hacer. «Veía caer una rama, volar un pájaro, rodar una piedra. Y pensé: "Tal vez puedo usar este movimiento"».
Cuenta que al empezar necesitaba ganchos para unir cadenas que darían lugar a su hermoso parque de atracciones . «Fui a la ciudad a ver a un herrero. Cuando entré le pregunté si podía hacerme los ganchos. Y me dijo que él no tenía tiempo para esas cosas, que si sabía soldar que la máquina estaba ahí. "Házlo", me dijo. Hubiera deseado que jamás hubiera dicho eso porque ese día de verano estaba en pantalón cortos, con el torso desnudo y terminé rojo como una angosta, pero empecé a coger pasión por ello».
«Te admiro»
Y así empezó a gestarse su pequeño gran proyecto: un parque de atracciones construido con sus propias manos. Fue creciendo y hoy, es restaurante y sitio de diversión para pequeños y no tan pequeños.
Este italiano ama su proyecto casi como a una mujer. «De joven estaba enamorado de una chica. La miraba y decía: "qué belleza". Ahora, cuando termino un juego y compruebo que funciona, cuando estoy solo y me siente enfrente de él, lo miro y digo: te admiro"».
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