«Mad men» y otras series de televisión que han hecho historia
Justo después de la despedida de la creación de Matthew Weiner, recordamos los mejores títulos de todos los tiempos
Justo después de la despedida de la creación de Matthew Weiner, recordamos los mejores títulos de todos los tiempos
1
«Mad men» (2007-2015)
«Mad men» se despide dejando claro, desde el primer minuto, que ya forma parte de la historia. Serie de época, ha marcado la suya propia gracias al talento de Matthew Weiner , de su reparto, de su impresionante equipo técnico y de una estética cuidadísima, que sin embargo no eclipsa lo fundamental, la profundidad de la historia. Como testigo de unos años y de un oficio muy concretos, Mad men» contiene además conflictos universales, como cualquier gran obra de la literatura, el cine o la televisión. Don Draper es ya un arquetipo más, del que Jon Hamm no conseguirá despegarse jamás, al igual que la memoria del espectador lo guardará siempre en algún rincón privilegiado, donde nunca se apagará del todo.
Como toda clasificación arbitraria , esta relación contiene ausencias e incluso presencias que alguno discutirá con vehemencia, de «Twin Peaks» a «Juego de Tronos». Para acotar un poco más este mar inabarcable, se han excluido series que siguen en antena, como «Los Simpson», «True detective» y «El show de Larry David», una debilidad personal . Es una lista subjetiva, por supuesto, que ni siquiera su autor mantendría inamovible dentro de unos meses o de unos minutos. Se quedan fuera infinidad de joyas o de títulos imprescindibles en la historia. No hay tampoco ninguno español, otro aspecto que sería motivo de debate. Mañana hacemos otra lista e incluimos diez o doce series más, que podrían competir e incluso superar las citados ahora.
2
«Breaking Bad» (2008-2013)
El público todavía puede disfrutar de la fantástica «Better Call Saul» , nacida al amparo de uno de los personajes de «Breaking Bad» , protagonizada por Bryan Cranston . En cinco temporadas redondas, el espectador asiste a la transformación brutal de un sencillo profesor de química, impulsado por un cáncer no tan terminal. La capacidad de Vince Gilligan para asombrar en cada quiebro de la trama se complementa con una coherencia implacable. El creador cuida además a sus secundarios y les da un amor infinito y una misión en la Tierra, desde la familia cercana del protagonista ( Dean Norris se sale, como cuñado, dentro de un nivel altísimo), al citado Saul ( Bob Odenkirk ), el grandísimo matón que compone Jonathan Banks , Mark Margolis como el tío Salamanca, Giancarlo Esposito al frente de los Pollos Hermanos...
3
«Los Soprano» (1999-2007)
Un capo de la mafia en la consulta del psiquiatra. La cosa suena a chiste y, de hecho, Harold Ramis estrenó el mismo año la película «Una terapia peligrosa» , con Robert de Niro y Billy Crystal . La idea es tan genial que funcionó en ambas direcciones. «Los Soprano» , por supuesto, es más profunda, hay muchas más horas para desarrollar a lo largo de seis temporadas los temores e inseguridades de un tipo (insustituible James Gandolfini ) que no se puede permitir el menor titubeo en público. No es más que un reflejo, llevado al extremo, de lo que hacemos todos en nuestras vidas privadas, de cómo fingimos en vano. David Chase es otro nombre sagrado del Olimpo seriéfilo.
4
«Perdidos» (2004-2010)
«Perdidos» no es una serie perfecta. Se admite la moción. Le sobraron tramas y temporadas enteras, pero su irrupción hizo mucho por la llamada tercera edad dorada de la televisión. El fenómeno de las series se disparó con esta enigmática producción de J.J. Abrams , cuajada de personajes gloriosos, empezando por un villano de manual, encarnado por Michael Emerson . En la isla estamos todos representados, por lo general de un modo idealizado. El regusto de los últimos tiempos, con demasiadas preguntas sin respuesta, empeña un poco la grandísima puesta en escena de esta serie que marcó tendencias y creó modas, no todas buenas.
5
«The wire» (2002-2008)
David Simon es hoy uno de los tipos más respetados de la televisión, pero sus orígenes fueron inciertos, después de curtirse como reportero en Baltimore. Su forma de cocer a fuego lento, a lo largo de 60 episodios, todo lo que había visto en las calles con sus propio ojos proporcionó autenticidad a «The wire» , que solo fue posible por el surgimiento de canales como HBO. Resulta paradójico que una serie en la que están tan presentes las drogas no enganche, al estilo clásico. Su calidad está por encima de los trucos habituales de la industria. «The wire» se disfruta como una gran novela, página a página, casi párrafo a párrago, sin prisas, con la seguridad de que cada capítulo nos traerá nuevos placeres, de los que no caducan. Que sea capaz de llegar al gran público es otra cuestión.
6
«El ala Oeste de la Casa Blanca» (1999-2006)
Aaron Sorkin , como Simon y Chase, es otro genio que podría haberse quedado por el camino en una industria menos madura. Sus obras rezuman inteligencia y los diálogos cruzan la pantalla a la velocidad del rayo, difíciles de seguir incluso para un público inteligente. Sus guiones han sido criticados por utópicos, con un presidente Bartlet ( Martin Sheen ) que la realidad se empeña en negar a la humanidad. Después de su incursión en la Casa Blanca, Sorkin nos ha mostrado los entresijos de la televisión en otras dos series que llevan su indiscutible sello, «Studio 60» y «The Newsroom» , mientras no ha dejado de hacer incursiones en el cine, somo su inminente retrato de Steve Jobs . Él sigue empeñado en hacer del mundo un lugar mejor donde vivir.
7
«Seinfeld» (1989-1998)
Larry David y Jerry Seinfeld crearon esta serie que «no va sobre nada» y que contiene la vida entera. Apenas necesita salir de un apartamento en Nueva York, con unos pocos amigos que se reúnen y hablan de sus cosas (incluso son menos que los de «Friends», que también podría salir en esta antología). ¿Por qué la vida de un cómico, no demasiado carismático, interesaba a tanta gente? «Seinfeld», antecedente claro de «Louie», era una máquina de hacer dinero. Cada anunciante debía pagar más de un millón por minuto en sus emisiones, cifra nunca alcanzada antes fuera de la Superbowl. Por una vez, la cadena no tuvo nada que ver con la cancelación. Incluso suplicó a Seinfeld y le ofreció cinco millones de dólares por episodio (más de cien al año, ni Cristiano Ronaldo ) por una décima temporada. Sin mujer, hijos ni ataduras, Jerry declinó la oferta.
8
«Expediente X» (1993-2002)
«Expediente X» es una de las primeras series modernas, con calidad cinematográfica y elementos que se han copiado después un millón de veces. Chris Carter no inventó la tensión sexual no resuelta, por supuesto, pero logró llevar la ciencia ficción a públicos poco interesados en el género gracias a su inteligente aproximación, entre el escepticismo y el deseo de creer. Ambos enfoque estaban representados a la perfección por sus dos protagonistas, Fox Mulder ( David Duchovny ) y Dana Scully ( Gillian Anderson ). Ambos actores siguen siendo estrellas del medio, en un raro caso de supervivencia, aunque todavía les preguntan por aquella serie cada vez que aparecen en público e incluso desvelan (o se inventan) nuevas anécdotas.
9
«M.A.S.H.» (1972-1983)
A partir de la película de Robert Altman , de 1970, y de la novela anterior de Richard Hooker , Larry Gelbart construyó un éxito descomunal casi impensable, con material altamente inflamable. El humor negro en medio de la guerra de Corea, con doctores capaces de hacer chistes en medio de una operación a vida o muerte, triunfó en la CBS con audiencias literalmente nunca vistas. El último capítulo, «Goodbye, Farewell and Amen» superó todos los récords de público: fue visto en Estados Unidos por 125 millones de personas, con el 77% de cuota de pantalla. Más de la mitad de los estadounidenses (el 60,2%) vieron el episodio en directo. Solo Alan Alda «sobrevivió» a aquel hito en la historia de la televisión.
10
«Yo, Claudio» (1976)
Parecía imprescindible reflejar la calidad de las series que nos llegan de las islas con al menos un representante. No es casualidad que se trate de una miniserie, terreno donde las producciones británicas no tienen competencia. «Yo, Claudio» fue mítica por muchos motivos, pese a que consta de una única temporada, de trece capítulos. El texto del que partía, de Robert Graves , era de una calidad suprema. El reparto era sencillamente insuperable, con Derek Jacobi y John Hurt al frente. La autobiografía del cuarto emperador romano contenía además elementos de una modernidad asombrosa, que en España causaron sensación, cuando un programa de éxito podía lograr audiencias de 15 o 20 millones de personas.