día de castilla-la mancha
Cospedal se va convencida de dejar las cosas mejor de como las encontró
Primer encuentro de la presidenta en funciones con García-Page después de las elecciones autonómicas
Este domingo no fue un Día de Castilla-La Mancha como otro cualquiera en el acto institucional en el patio del Palacio de Fuensalida, sede del Gobierno regional. Caras atribuladas en unos y rostros con medias sonrisas en otros, quizá por una alegría contenida. Si los ojos son el reflejo del alma, algunos estuvieron a punto de soltar al menos una lágrima antes, durante o después de la solemne celebración (y no fueron precisamente las de algunos de los galardonados). Apretones de manos flojos y besos de compromiso por doquier, para no perder los buenos modales. Porque la sombra alargada de los resultados electorales del domingo se proyectó sobre el abarrotado patio central, de estilo mudéjar, por donde Felipe IIjugó de niño. [Vea las imágenes del Día de la Región]
Gestos, en definitiva, que recordaron a los periodistas la celebración del Día de la Región en 2011, aquel año en el Teatro de Rojas de Toledo. Entonces, el PP acababa de arrebatar la Junta de Comunidades al PSOE. Este domingo ya se sabía que, solo cuatro años después, los trastos del Gobierno autonómico cambiarán de manos en los próximos días, de los populares a los socialistas con el probable apoyo de Podemos.
Pero en el patio no se sentó ningún representante de la formación morada. Su líder en la región, José García Molina, no asistió al acto, aunque estaba invitado. Ya tenía otra cita, a 800 metros de distancia, en la plaza de Zocodover. Su partido y su secretario general, Pablo Iglesias, prefirieron celebrar el día «con la gente». Esto puso en alerta a la Policía Nacional, que realizó un amplio despliegue de agentes por los alrededores del Palacio de Fuensalida.
La procesión, por dentro
A la sede regional llegó el líder de los socialistas en Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, cuando las agujas del reloj ya habían sobrepasado las once y media de la mañana. Rodeado de sus colaboradores más cercanos, el alcalde de Toledo en funciones dijo a los periodistas que la pitada al himno nacional en el Camp Nou el sábado le había causado tristeza. Sin embargo, no le pareció mal que Podemos, el partido que le puede dar su apoyo para convertirlo en presidente de la región, celebrarse en la calle un día tan señalado.
Para entonces ya habían llegado al palacio los consejeros del Gobierno autonómico, que entraron todos juntos en el patio entre las palmas del público. Aplausos que sonaron de nuevo cuando entró la presidenta en funciones de la región. María Dolores de Cospedal y Emiliano García-Page se besaron fríamente y cruzaron dos palabras antes de ocupar sus sillas, con el presidente de las Cortes, Vicente Tirado, sentado entre los dos. Era su primer encuentro después de las elecciones autonómicas. Sin embargo, en sus alocuciones, ni Cospedal ni García-Page aludieron a los resultados electorales ni a los cambios en el gobierno de la región. La procesión iba por dentro.
Por su condición de alcalde de la ciudad, García-Page fue el primero en hablar desde el atril. Cinco minutos de oratoria y un mensaje final: «Recuperación de la autoestima colectiva».
La crisis se deja «atrás»
Minutos musicales, a cargo de alumnos del Conservatorio Superior de Música de Castilla-La Mancha, antes de que la Cospedal entregara a cada uno de los galardonados la placa o medalla correspondiente. Una entrega que culminó con la intervención, en nombre de los premiados, de uno de ellos, César Egido Serrano. Natural de Quero (Toledo) y nombrado Hijo Predilecto de la región, Egido tuvo que enjugar sus lágrimas en más de una ocasión.
Una emoción del galardonado a la que Cospedal aludió en un momento de su amplio discurso, el último como presidenta autonómica en el Día de la Región. En 31 minutos de intervención, precedida de una larga ovación, la presidenta realizó un rápido repaso de sus logros en los cuatro años de gobierno, centrándose principalmente en los servicios sociales, y agradeció a los ciudadanos su esfuerzo. A juicio de Cospedal, ese sacrificio ha posibilitado que la region sea hoy una tierra «con porvenir, orgullosa de lo que somos y con un gran futuro».
Cospedal se va convencida de haber dejado las cosas mejor de como las encontró hace cuatro años, una «obligación de los gobernantes». «Aunque es verdad de que hay muchos de entre nosotros que todavía necesitan un empleo y que aún queda mucho por hacer, hemos puestos las bases para el crecimiento y la creación de empleo», dijo. También para tener una «sociedad más solidaria y más justa», después de cuatro años «duros y difíciles», aunque también «gratificantes», ya que han permitido «dejar atrás la crisis». «Muchos no confiaban en que Castilla-La Mancha sería capaz de obtener los resultados logrados en esta legislatura —señaló—, por lo que todos los castellanos-manchegos pueden sentirse legítimamente satisfechos».
Y también tuvo palabras dirigidas a los catorce galardonados. «La región necesita tener referentes que sirvan de faro de guía, que ilumine el camino y diga cómo comportarnos en los buenos momentos y en los menos más duros», afirmó Cospedal, que aludió también al Quijote para sentenciar que «Castilla-La Mancha es protagonista de su propio porvenir».
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