Éxito de Ana Belén en el Rojas
Kathie y el hipopótamo, el teatro de la vida
Título: Kathie y el hipopótamo. Autor: Mario Vargas Llosa. Compañía: Pentación. Intérpretes: Ana Belén, Ernesto Arias, Jorge Basanta, Eva Rufo y David San José. Dirección: Magüi Mira.
La vida real está llena de verdades y de tópicos, de imposturas y de confesiones emocionales, de desprecios y de ternuras, de desplantes y de cosas que pasan porque sí. Un reflejo de esta vida real o imaginaria se acumula en Kathie y el hipopótamo, el texto teatral que ha pergeñado el extraordinario narrador Mario Vargas Llosa, en el que, recogiendo su experiencia y no exento de autocrítica, retrata la sociedad de esa generación que combatiendo a la sociedad burguesa cayó en un aburguesamiento igual o mayor que el que criticaban. Quizá debamos pensar que, de alguna manera, se está haciendo un ajuste de cuentas al mayo del 68 en París.
Con la maestría que le caracteriza, Vargas Llosa ha soltado la pluma y entretejido varias historias en un puzle que rompe la linealidad pero en el que todas las piezas casan perfectamente para que el espectador no se pierda detalle. Quizá el autor pensó escribir una farsa, pero el hecho es que el resultado no debió de quedar como tal, pues muchos espectadores a la salida comentan cómo se sienten identificados con estas o aquellas situaciones.
La trama de la pieza gira en torno a una mujer rica (Ana Belén) sus experiencias y sus soledades, con un marido frívolo que la engaña y al que ella también es infiel (Jorge Basanta), un escritor venido a menos, al que la protagonista contrata como “negro” para que redacte una especie de libro de viajes pero con retazos de biografía (Ernesto Arias) y la esposa del escritor (Eva Rufo). Los constantes desdobles hace que alguno de estos actores representen personajes del entorno de la protagonista Kathie. La situación da pie para presentar la vida en carne y hueso, en sentimiento y en metáfora, donde la realidad se entremezcla con los recuerdos, los deseos, las frustraciones, las fantasías y todo aquello que forma y sustancia en la vida de las parejas, o mejor, las relaciones hombre/mujer marcadas especialmente por la pulsión erótico-sexual (de ahí la referencia al hipopótamo que parece ser que es un animal inigualable en este campo).
El hecho es que en Kathie y el hipopótamo el interés se mantiene de principio a fin, los diálogos y las situaciones, con la rica lengua del autor y el toque de humor y fina ironía, son ingeniosos y el espectáculo resulta especialmente construido para gustar y para el éxito, y más, si cabe, con la inclusión de la música y las melodías francesas que Ana Belén canta con el buen gusto que acostumbra.
La interpretación, equilibrada en su conjunto, no solo está a la altura del texto, sino que, en mi opinión, lo supera. Los personajes femeninos quizá destacan un poco más, sobre todo por la brillantez de registros en los que se desenvuelve Ana Belén y por los matices de la muy curtida en el teatro clásico Eva Rufo. Magüi Mira ha realizado un trabajo encomiable en la dirección de actores .
Una muy bien pensada puesta en escena con unidad de espacio (una buhardilla parisina) y una iluminación excelente favorece el movimiento de los actores y ayuda a comprender las diferentes situaciones y circunstancias de las historias que se representan. Un elemento necesario para la concepción de la obra es la presencia de un piano de cola, que toca con maestría David San José, unas veces como sintonía y otras para acompañar bailes o las canciones, es como si recreara la banda sonora de esas vidas creíbles y realistas (las mujeres) o envanecidas y un tanto fantocheadas (las de los hombres).
Kathie y el hipopótamo ha supuesto un éxito importante en un teatro de Rojas a rebosar con un público que quiere seguir disfrutando con propuestas como esta que, además de para reflexionar, sirven de deleite.