Las procesionarias toman parques y jardines para hacer la vida imposible a nuestras mascotas

No solo producen urticarias o alergias; además puede significar la muerte del pobre animal si no se coge a tiempo

Las procesionarias pueden ser muy peligrosas para los perros si las ingieren ABC

Carmen Aniorte

Cuando va terminando el frío y se acerca la primavera es el momento en el que hay que estar muy atentos para que nuestros perros no se acerquen en lo más mínimo a las orugas, ya que son verdaderamente peligrosas: No solo producen urticarias o alergias (a personas y perros); sino que incluso si no se coge a tiempo puede significar la muerte del pobre animal.

La más común es la procesionaria del pino cuyo nombre científico es thaumetopoea pityocampa . En teoría, hay que tener cuidado entre febrero y abril pero lo cierto es que debido al cambio climático la época de procesionaria se va ampliando en el tiempo, cada vez aparecen antes, incluso en diciembre. Y cada vez están en más lugares, es fácil verlas en los parques y jardines de muchas ciudades tanto de la Península como en las islas.

Con la llegada del buen tiempo y las crisálidas, enterradas en la tierra para soportar el frío del invierno, se han transformado en mariposas, éstas tras haber cumplido su ciclo, sus huevos eclosionan a larvas, que se hacen fuertes en una especie de bolas de algodón que se construyen entre las agujas de los pinos, desde donde bajan al suelo a buscar su alimento. Lo hacen a modo de largas hileras o filas, de ahí su nombre, ya que parecen ir en procesión. ¿Qué sucede en ese momento? Algo muy simple -por lo que hay que tener mucho ojo- nuestro perro se acerca, olfatea, la toca y... lo que es peor, ¡la ingiere!.

«El daño puede ser enorme», comenta el veterinario Javier Álvarez de la Villa del Centro Veterinario Víctor de la Serna. El motivo no es otro que las orugas -al sentirse amenazadas por la trufa de nuestro perro- lanzan sus dardos cargados de veneno. En la piel, generalmente la facial, la inflamación es intensa acompañada de eritema, prurito, hinchazón que apenas deja abrir la fisura palpebral (del párpado o relacionado con él) y una gran incomodidad y dolor. Nuestro perro intenta quitarse «algo» de su hocico y cara con sus patas delanteras y lo único que consigue es empeorar la situación, al «autotraumatizarse» clavando más profundamente «los pelos» de la oruga.

«Pero cuando nuestra querida mascota ha ingerido la oruga, o la ha chupado o solamente con el contacto en su mucosa oral, la patogenia se agrava. Aparece salivación profusa, abatimiento, inquietud, nauseas, vómitos, intentos desesperados de expulsar «algo» de la boca, comenta nuestro veterinario consultado. No hay que olvidar que cada oruga dispone a lo largo de su cuerpo de unos 500.000 pelos o cerdas especiales que asemejan morfológicamente a pequeños dardos o flechas envenenados. Su pequeño tamaño y el hecho de que puedan desprenderse con facilidad implica un riesgo importante de urticaria no sólo por contacto directo sino también vía aérea a través del efecto de corrientes de viento.

Acudir al veterinario

Al llegar al domicilio, nada mejora y la situación se agrava. Tristeza, apatía y negación total a cualquier bebida o comida. Pasadas pocas horas, la glositis (inflamación lingual) y estomatitis suelen ser extraordinariamente intensas. La lengua puede duplicar como mínimo su tamaño, pero ahora viene la segunda parte y desgraciadamente, la peor. Existe un compromiso vascular, los tejidos musculares y cutáneos se quedan sin aporte sanguíneo, se debilitan rápidamente, se necrosan y como consecuencia, nuestra mascota puede perder incluso un fragmento de la lengua. Terribles consecuencias de un inocente acto de juego, de exploración del entorno. Pero como ya hemos recordado en otras ocasiones en esta sección, debemos hacer un esfuerzo máximo en evitar la conducta «aspiradora» de nuestros perros. Venenos, carroñas y, como ahora exponemos, orugas suponen una gran amenaza.

Nidos de procesinarias ABC

Son muchos los propietarios que al oír sobre estos «bichitos» consultan a su veterinario la manera más adecuada de actuación si se encuentran en esa situación. La premisa es lavar copiosamente, sin frotar, con chorro de agua fría la región facial y oral de nuestro perro y acudir sin demora, a su veterinario. El tratamiento ha de ser instaurado por vía intravenosa , para conseguir una acción inmediata. Ha de evitar en lo posible, la inflamación oral, la inflamación lingual y la temida necrosis de estos tejidos tan importantes. Los veterinarios emplean potentes anti inflamatorios y protectores de mucosa gástrica.

En ocasiones, ante la sospecha de que la oruga pueda ser ingerida y encontrarse en el estómago, inducen al «vómito» e instauran cuidados de apoyo cuando estos son necesarios, hidratación por vía sistémica, pués la mascota muchas veces no puede beber. En muchas ocasiones, consiguen (si se llega a tiempo) evitar la necrosis de la lengua. En otras ocasiones, por desgracia, el propietario no se ha dado cuenta a tiempo y la necrosis ha aparecido. Es preciso conseguir una adecuada cicatrización de los tejidos restantes y evitar que el proceso se extienda. Finalizado el tratamiento, muchos perros quedan perfectos, pero otros en los cuales, se han demorado los cuidados de urgencia, han perdido un fragmento lingual y ya tendrán consecuencias más o menos graves en el acto de ingestión, fundamentalmente de líquidos.

Evitar lugares con pinos

Desde el Centro Veterinario Víctor de la Serna aconsejan que llevemos a nuestros perros atados, evitemos en lo posible los lugares con pinos en la primavera y fijémonos en la amenazante aparición de nidos de oruga. Soltemos a nuestras mascotas para que jueguen entre ellos y socialicen o para que jueguen con nosotros, pero tan pronto su actitud sea de búsqueda, husmeo y posible «aspiradora», extrememos nuestra atención y evitemos esta práctica.

Además les recordamos la misión ciudadana de que cuando observen alguna zona arbolada en la que se vean esas masas algodonosas en los pinos lo comuniquen al Departamento de Arbolado Urbano de su Ayuntamiento o a los responsables de parques y jardines para que tomen las medidas necesarias.

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