Oficios de verano: condenados al pluriempleo

Un socorrista en la marisquería o una camarera que da clases de zumba, multiplicarse para salir adelante

Compaginar varios trabajos en verano es una necesidad que empieza a implantarse en las zonas de verano Juan Carlos Soler

J. L. FERNÁNDEZ

Los trabajos de verano hace tiempo que sostienen parcialmente la economía de muchos hogares, aunque predominan los jóvenes con cualificación en otras profesiones y sigue habiendo algunos estudiantes que se pagan así la carrera . El denominador común resulta evidente: estas ocupaciones no dan para vivir y abocan al pluriempleo o a sufrir la dependencia de los padres.

«En invierno, busco otras cosas... cuando me salen», resume el socorrista David Codesido, veterano cinco años ya en su puesto en la Playa de San Juan que en la última temporada baja consiguió recolocarse como encargado en una marisquería de la zona. «La mayoría aquí son jóvenes de paso, pero yo tengo familia con dos hijos e intento mantenerme», explica a sus 47 años, reconociendo que «difícilmente» podría salir adelante solo vigilando el baño tranquilo de los miles de turistas que frecuentan este litoral alicantino, en el que predominan los visitantes de Madrid y el centro de la península.

David Codesido trabaja en la Playa de San Juan Juan Carlos Soler

A su lado, su compañero Carlos Matos encaja en ese perfil menos acuciado por llegar a fin de mes: enfermero estudiante de Medicina de 24 años venido de Badajoz , con esta actividad estival busca aligerar la carga a su familia. «Es para pagarme los estudios, con esto cubro la matrícula» , relata, sin obviar que aun ejerciendo sus conocimientos sanitarios, algún día lo dejará. «Cuando acabe, me dedicaré a lo que estoy estudiando, en algún hospital», augura.

Hasta cuatro trabajos

Un ejemplo extremo del pluriempleo, y una suerte -según se mire- por su capacidad para «compaginar» trabajos o para llegar a la extenuación, es Andrea Aymerich , que con 23 años transita solícita en una cafetería, bandeja en mano, y se muestra reacia a las fotos por sus ojeras.

No le faltan razones para el cansancio , porque también echa unas horas en un restaurante, da clases de zumba en una academia de baile y hasta llega a redondearse el sueldo en otro chiringuito playero. ¿Y de profesión? «Durante 15 años estuve de administrativa en una financiera» e incluso encontró en septiembre del año pasado, al quedarse en el paro, otro puesto también de administrativa en otra empresa. Ha trabajado en Valencia y ahora en Alicante, donde está satisfecha, sobre todo, por poder ejercer como monitora deportiva .

Daniel Delucas trabaja en el reparto de hamacas Juan Carlos Soler

En cambio, a Daniel Delucas el reparto de hamacas casi le cubre medio año, «según si el tiempo acompaña o no» su temporada se estira incluso hasta siete u ocho meses , aunque en el momento de este reportaje, en plena temporada alta vacacional de julio, se lamenta de varios días «extraños» con menos clientela de lo habitual. Tal vez influya un cielo encapotado varias jornadas, las que estadísticamente son tan escasas en la zona de España con más días soleados al año, con permiso de la vecina Murcia.

Asistir a discapacitados

Además, a este mecánico de motos y ciclomotores -cursó uno de los Ciclos Formativas, antigua FP- de 27 años no le hace falta buscar cuando los turistas se marchan, con el frío: su jefe también tiene un restaurante y cuenta con él para los meses de invierno.

Caterina Pericacho Juan Carlos Soler

Caterina Pericacho está al frente de un servicio menos usual en todas las playas, una asistencia a discapacitados para que también disfruten de la arena y el mar, ayudándoles a protegerse del sol y estando pendientes de ellos. Además de ser la coordinadora responsable del equipo, en esta contrata municipal gestionada por una empresa privada, ella es de formación académica psicóloga forense y monitora, y a sus 30 años realiza servicios «puntuales » para los juzgados. «Dependo económicamente de mis padres, este trabajo es de dos meses y es un complemento en verano y una experiencia» que ya ha repetido cinco años, según señala.

En un contexto en el que todavía el país arrastra una tasa de desempleo elevada, por encima del 20% y con cuatro millones de parados, una pregunta viene a la mente al escuchar estos testimonios: ¿cómo lo hacen para encontrar más de un trabajo? La respuesta no puede ser más sencilla y elocuente, porque todos coinciden en que fue « por un amigo ». Los servicios de mediación laboral y los expertos tal vez debieran tomar nota de cuál parece la vía de colocación más eficaz en el mercado laboral actual.

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