La «españolita» de las más de 300 esculturas de la Madre Teresa
María José Aroz viajó hasta en 17 ocasiones a Calcuta para trabajar como voluntaria y es la autora de la mayoría de las figuras que hoy recuerdan a la santa en las capillas de las Misioneras de la Caridad
En la capilla de la sede de las Misioneras de la Caridad en Calcuta, una figura orante acompaña a las hermanas que acuden a rezar a diario. Hay quién se sobresalta al verla por primera vez, creyendo que es la Madre Teresa . En esa postura rezaba la santa allí mismo, el lugar donde las hermanas quisieron colocar la estatua a su muerte en 1997. María José Aroz se la regaló a la Madre Teresa en vida, tres meses antes de su fallecimiento. La escultora relata cómo la santa la contempló divertida y cómo se reía al decirle: « ese pie no es mío, es mucho más bonito ».
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Aroz había tomado apuntes de la religiosa durante los 17 viajes que hizo a la India para trabajar como voluntaria junto a la Madre Teresa en el « Kalighat », el hogar de los moribundos. «Me llamaba "la españolita"», dice esta artista ya jubilada, viuda de un piloto de Iberia. Sin que la santa se percatara, aprovechaba el momento de oración del final del día para dibujarla desde distintos ángulos en esa postura tan característica en la que rezaba, aunque admite que «en el pie no puse tanto interés».
Aquella fue la primera de toda una congregación de réplicas de la Madre Teresa . «No sé cuántas he hecho del boceto original porque tiene todo el mundo. Serán unas 300 », calcula antes de sumar las « por lo menos 45 » figuras de pie, o con niños en brazos que ha realizado desde entonces.
En España hay al menos tres de sus estatuas de tamaño real, además de las réplicas del boceto original que ha regalado a amigos y colaboradores de las Misioneras de la Caridad, como el matrimonio formado por José Luis González-Balado y Janet Playfoot , biógrafos de la Madre Teresa.
Nunca ha cobrado por ninguna de ellas, pese a que solo la fundición cuesta unos 800 euros. «En Murcia recogieron dinero para pagarla», apunta resaltando cómo en algunas ocasiones han querido ayudarla. Sin embargo, Aroz no quiere dedicar ni un minuto a estimar cuánto dinero puede haberse gastado. Para ella, es una manera más de ayudar , como hacía cuando viajaba a Calcuta o como sigue haciendo de voluntaria en el comedor de los pobres en Madrid.
Su relación con la Madre Teresa fue muy estrecha. « Mi hija María, que ahora tiene 33 años, siempre le ha considerado su abuela », señala recordando cómo la fundadora de las Misioneras de la Caridad le propuso que acogiera a la niña en su casa y qué complicados fueron los trámites al no tener entonces España convenio con la India. «Fue la primera niña india adoptada en España », asegura Aroz, que ya entonces era madre de mellizos.
«La primera vez que volvimos a la India acompañados por la niña, ésta tenía 10 años, pero Madre Teresa la reconoció enseguida y la llamó por su nombre», recuerda.
La escultora, la describe como «una persona muy pequeña, no llegaba a 1,50 m», «llena de ternura» que «siempre te recibía con esas manos grandes», aunque de personalidad «muy fuerte» como suelen ser las personas que dan la vida, a juicio de Aroz. «Alrededor de ellas se forma mucha tontería», justifica.
« Era una persona con un amor inmenso, un amor que no se agota . Trataba a todo el mundo como si fueras algo suyo, como una madre, pero una madre firme », añade rememorando las indicaciones que les daba cuando trabajaba en Calcuta en el hogar de los moribundos: « Ámalo con todas tus fuerzas ».
A Aroz siempre le ha acompañado la frase que solía decir a los voluntarios que llegaban de todos los países, creyentes y no creyentes: « Hay que amar hasta que duela », que con los años ido comprendiendo mejor.
La escultora, que ha dejado de dar clases para dedicarse al cuidado de sus nietos, espera tener ahora más tiempo para realizar una nueva escultura de la Madre Teresa. Quizá le ocurra como con aquella primera que regaló a la santa y que, de tanto que la tocan en Calculta, fue perdiendo la pátina. «Las monjitas la repintan y, bueno, ya no se parece mucho a la original, pero no importa», dice.