Europa obligará a las bebidas alcohólicas a informar en su etiquetado de las calorías
Los envases deberán advertir también del riesgo para las embarazadas y de sus efectos sobre la conducción. El objetivo es reducir los daños del alcohol y evitar el sobrepeso
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¿Dejaría de beber alcohol si fuera consciente de las calorías que le aportan? Por ejemplo, si supiera que basta con tomarse dos copas grandes de vino para añadir un plus de 370 calorías a una cena o tomarse una piña colada para sumar 644 calorías más. Expertos en Salud Pública de la Unión Europea opinan que indicar el contenido calórico en las latas de cerveza o en la etiqueta de botellas de vino, ginebra o ron sería una de las medidas disuasorias más eficaces para reducir el consumo de alcohol, incluso entre los más jóvenes. Y, al mismo tiempo, creen que ayudaría a combatir el sobrepeso, otro de los males europeos.
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El Parlamento Europeo ya ha dado el primer paso para cambiar el etiquetado de las bebidas alcohólicas y añadir, además, una advertencia sobre los riesgos del consumo en la conducción y para mujeres embarazadas, como ya se hace en las cajetillas de tabaco. Hoy miércoles el pleno del Parlamento votará nuevas enmiendas pero el recorrido en los organismos europeos para que la medida sea efectiva es aún muy largo y choca con muchos intereses comerciales.
Irlanda, pionera
Irlanda probablemente no esperará a la decisión europea y aspira a convertirse en el primer país de la UE en exigir esta información en las bebidas con un proyecto de ley del alcohol que está a punto de aprobar. Y al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos será obligatorio informar a finales de año, al menos en las grandes cadenas de restaurantes.
Europa perdió una oportunidad de oro en diciembre para cambiar el etiquetado de las bebidas alcohólicas. Entonces aprobó un reglamento que obligaba a la industria alimentaria a identificar con claridad, el contenido nutricional en la mayoría de los alimentos transformados. Gracias a esa legislación, hoy se puede saber si los aceites vegetales que usan determinados fabricantes son de oliva, girasol o palma; de dónde viene la carne que comemos o cuántas calorías tiene nuestro postre favorito, entre otros detalles. Pero las bebidas alcohólicas con más del 1,2% en volumen de alcohol se escaparon a la regulación. La única obligación que hoy tienen los fabricantes es advertir el grado de alcohol de sus productos.
En la revista «British Medical Journal», la presidenta de la Real Sociedad para la Salud Pública del Reino Unido, Fiona Simm, cree que no basta y reclama información más clara y directa para el consumidor «de forma obligatoria y urgente». Esta experta no tiene ninguna duda de que el alcohol favorece la epidemia de obesidad y estima que en los adultos el 10 por ciento de su ingesta diaria de calorías procede de este tipo de bebidas.
Mejor que otros mensajes
Tampoco el psiquiatra Gabriel Rubio, coordinador de la unidad de alcoholismo del Hospital Doce de Octubre de Madrid duda del partido que se le puede sacar a los mensajes relacionados con la obesidad para reducir el consumo de alcohol. «Informar de las calorías tiene un efecto directo clarísimo, sobre todo en los jóvenes y en las mujeres adultas». Rubio cree que insistir en el mensaje «Si bebes, engordas» podría ayudar a concienciar en el día a día a muchos adultos y a mejorar las campañas contra la drogadicción que se diseñan para jóvenes. «Puede que funcione más que advertirles de la pérdida de neuronas. Es un argumento seguro y sería muy positivo introducirlo en el etiquetado de las bebidas», apunta.
El alcohol favorece el aumento de peso. Sin embargo, los consumidores no tienen aún esa percepción. Un reciente estudio demostró que el 80 por ciento de 2.117 adultos entrevistados no conocía el contenido calórico de las bebidas comunes y la mayoría era completamente inconsciente de que el alcohol puede contribuir de forma decisiva al total de calorías consumidas.
¿Qué es consumo responsable?
Tampoco se tiene muy claro qué es lo que se considera «consumo moderado de alcohol por lo que la mayoría supera el límite diario», recuerda la experta británica. Ese consumo moderado que algunos médicos toleran, y a veces recomiendan, no debería superar los 100-150 cl. diarios que hay en una copa no muy grande de vino o los 300 de una cerveza o los 50 cl. de una bebida de alta graduación, como un whisky o una ginebra. «Más allá de una de esas bebidas al día superaría el consumo moderado y elevaría la ingesta calórica», explica Camilo Silva, endocrinólogo de la Clínica Universidad de Navarra.
Efectos colaterales
A las calorías del alcohol se suman otros efectos colaterales en el organismo que este experto ve con frecuencia en su consulta: aumento de triglicéridos y ácido úrico que elevan el riesgo de pancreatitis y de «gota», respectivamente.
Silva recuerda que no todas las bebidas alcohólicas aportan los mismos nutrientes. «Las del alcohol, son calorías vacías, pero la cerveza y el vino poseen antioxidantes y vitaminas que nunca aportaría una bebida de alta graduación como el vodka», señala a modo de ejemplo.