El arzobispo: «El mayor título de la duquesa de Alba fue el de hija de Dios»
El santuario de Los Gitanos ha acogido este lunes una misa en memoria de Cayetana de Alba a la que han asistido todos sus hijos menos Cayetano, aún convaleciente
El templo lleno. La calle vacía. Tal vez hacía más frío dentro que fuera. A las ocho de la tarde de este 1 de diciembre, diez días después de su muerte, Sevilla ha vuelto a celebrar exequias por doña Cayetana de Alba en Los Gitanos, una nave que ella ayudó a levantar como cobijo para su Señor de la Salud y su Virgen de las Angustias. El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, y cinco concelebrantes más, entre los que se encontraba el confesor de la duquesa, Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, han ofrecido sus condolencias al marido, Alfonso Diez, y los hijos de Cayetana, de los que sólo se ha ausentado Cayetano por estar aún convaleciente de su operación .
«Damos gracias a Dios por la larga vida de doña Cayetana, por haber permitido que naciera en el seno de una familia cristiana, porque el bautizo la hizo hija de Dios, el título más noble y más grande que jamás pudo ostentar», ha proclamado el arzobispo en su homilía, en la que se ha dirigido siempre en primer lugar a su esposo para repetir que «ella no ha muerto, sigue viviendo en su alma inmortal». Además, Asenjo ha dado su «condolencia personal y la de la diócesis a la que sirvo a todas las personas que se han sentido golpeadas por su muerte». Al terminar la ceremonia, decenas de personas se han dirigido al lugar en el que reposan las cenizas de la duquesa, desde donde se ve con precisión la cara del Señor de la Salud de Los Gitanos.
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