La misteriosa razón por la que «bailamos» cuando necesitamos ir al servicio
¿Alguna vez te has parado a pensar en el porqué de este comportamiento tan frecuente?
Ponte en situación. Estás en una importantísima reunión con tus jefes, o en una entrevista de trabajo, o en cualquier otra circunstancia en la que no tienes fácil escapatoria. Súbitamente sientes la llamada de la naturaleza. Necesitas ir al servicio cuanto antes, pero no puedes. Sabes que tendrás que esperar. ¿Cuál es tu reacción instintiva? Si la situación exige que seas discreto, quizá hagas un leve pero compulsivo movimiento de piernas; si puedes moverte a tu antojo, el 'baile' será mucho más vistoso.
Seguro que esta clase de comportamiento te resulta familiar, mucho más si convives con niños, habituales intérpretes de esta especie de danza de urgencias. ¿Existe una explicación para que tanta gente, en culturas y países distintos, reproduzca una conducta parecida? Es la pregunta que se han hecho en el blog How Stuff Works . Es más, se han dirigido a urólogos, psicólogos y otros expertos, sin encontrar respuestas concluyentes. Sólo hay ciertas teorías que tratan de explicar el misterio.
Una de ellas apunta que apretar las piernas y hacer movimientos de flexión abdominal podría ser un intento de 'engañar' a nuestro cerebro. Se trata de aliviar la tensión del incómodo momento simulando que la carga sobre el esfínter se aligera y que tenemos el control. Por supuesto, la eficacia real de este método es cuanto menos dudosa; pero sí podría servir para alejar el agobio de nuestra mente durante un breve periodo de tiempo.
Otra teoría señala que los movimientos 'rítmicos' son una estrategia habitual en muchos animales cuando se enfrentan a situaciones que les generan ansiedad. Piensa en un gato que rueda sobre sí mismo cuando duda entre acercarse o no a un extraño que le ofrece comida. O en ti mismo ante un dilema: quizá tamborileas con los dedos sobre la mesa, te muerdes las uñas o te rascas la cabeza. El 'baile de la vejiga llena' podría incluirse en esta misma categoría.
Sea para distraernos ante la presión o para combatir la ansiedad, el caso es que todos lo hacemos más o menos a menudo. No hay peligro si es sólo de vez en cuando, pero aguantar sin ir al servicio con excesiva frecuencia y demasiado tiempo sí entraña ciertos riesgos para la salud. Infecciones, deterioro de los músculos del suelo pélvico o pérdida de vigor en la vejiga son algunos de esos peligros.
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