Real Madrid
Lucas Silva y el posible 4-2-3-1
El análisis del partido ante el Schalke permite conocer más a Lucas Silva y anticipar su impacto en el centro del campo blanco. El Real Madrid recupera la figura del pivote
El partido de Lucas Silva permite unas horas alegres de elucubración táctica a su costa. Esto es impagable, es lo bonito de los fichajes. De Lucas Silva los que no somos expertos en fútbol internacional (ni en nada) sabíamos que era probable que estuviera más cerca de ser un brasileño evangélico que de aparecer caminando una mañana agarrado a una botella de cachaza por la rotonda de Valdebebas . Conocíamos que era «monitorizado» por una empresa de asesoramiento deportivo catalana. Esto también hacía sospechar: ¿Desde cuándo un brasileño necesita a unos informáticos con título del INEF? En los días siguientes al fichaje por el Madrid sólo supimos de su ronda de restaurantes. Nos contaba la prensa deportiva que había comido en el Asador A, en el Mesón B y en el restaurante C. Para un fichaje del Madrid eso es como el examen de inmigración en Estados Unidos.
En el debut ante el Deportivo conocimos dos nuevas cosas: que tenía planta de futbolista tradicional (morfológicamente respetuoso con lo que se espera sea un centrocampista: el paso, el contoneo justo, la longitud de la pierna, la redondez del muslo, la altanería relativa al maniobrar) y que, además (aunque esto es algo sometido a la libertad del juicio personal) era apuesto. Lo de la apostura es importante porque al ser medio rubiasco ya nos decía cómo iba a ser su relación con el público del Bernabeú, señorial, pero proclive al futbolista bello, lampiño y querube (¡o canterano o rubio!).
Fue ayer, ante el Schalke , cuando Lucas Silva nos mostró algo de su ser futbolístico. Jugó en el interior derecho del 4-3-3 de Ancelotti. El lugar de Modric que ocupaba Illarramendi. No se complicó, pero en cuanto a pases estuvo bien sin excelencia (y ya sabemos que «el Madrid persigue la excelencia»). Un 86% de aciertos, aproximadamente, es bueno, pero es a partir del 90% que aparece la genialidad del centrocampista (salvo, claro, los jugadores de renta fija de la horizontalidad). Además, sabemos que al que más pases dio fue a Carvajal, lo que nos lo sitúa en la zona de confort de Illarra. Fútbol de tramitación. Ese pase que arriesga poco, muy cercano. Lucas Silva falló en los pases que dio pegado a banda o cerca de la mediapunta, es decir, donde la estrechez o la velocidad, y acertó en la zona pura de interior o pivote derecho. Recuperó ocho balones y perdió doce. Tampoco en eso estuvo brillante. Además de todo lo anterior, chutó una vez.
No son unos números como para darle la portada, pero toman proporción por sus 22 años y porque el elemento de comparación es Illarramendi.
Contundencia y cobertura
Ancelotti elogió su personalidad. La advertimos en algunas decisiones: el avance de línea, el chut solitario; en algunas impresiones: la contundencia en las faltas, lo expeditivo, la capacidad para cubrir campo. En su voluntad de dominar al menos un par de baldosas (Illarra parece una nube en día de viento). Es verdad que estaba Pepe , que mejora el mediocampo, pero él también ayudó a Kroos. Hubo ahí una (usemos una palabra butanística) sinergia (¡sinergia de grupo!) entre Pepe, Silva y Kroos que al menos no obstaculizó. O de otro modo: la corriente pasaba a su través.
Cuando el equipo se partía e Isco se quedaba en ultramar con la BBC, se juntó bien a Kroos para dibujar un doble pivote. Es un movimiento que le correspondía y que antes hicieron Modric e Illarra, pero lo fundamental ayer fue comprobar que lo hacía con prestancia y de un modo natural.
Hay indicios de pivote en ese jugador. Mediocentros brasileños ha habido ya tantos que podemos temer cualquier cosa: Mauro Silva y Dunga o Rochemback o Conceiçao. También está en la memoria el efecto Gago, que al debutar en un lejano partido de enero ante el Zaragoza nos pareció un Brummel canchero, un Redondo fino de codo más bajo.
Hasta que venga Modric, o incluso después, la presencia de un mediocentro puro (un exotismo en el Madrid) abre la puerta a un 4-2-3-1 en el que Lucas acompañe a Kroos (y un 4-3-3 en el que Kroos pueda subir diez metros su juego). El 4-2-3-1 sería una enriquecedora variante para ciertos partidos ligueros en los que el correr no se reparte, algo entre el 4-4-2 y el 4-3-3 que redistribuiría los esfuerzos defensivos, aliviando no sólo a Bale, sino además a Isco.
En resumen, ayer Lucas Silva asomó maneras de pivote-pivote, de mediocentro. No es que sea extraordinario, es que es extraordinario en el Madrid, que funciona sobre el martirio de sus mediapuntas. Así que el brasileño, como se dice ahora, «abre debates».