Golazo de Isco y nada más

El Bernabéu terminó con aplausos lo que comenzó con pitos y cánticos de «échale huevos». Así es el aficionado blanco, bipolar, como el amor. El gris no va con él. La humillación en el Calderón y la fiesta de cumpleaños de Cristiano le costaron al luso, a Casillas, a Bale y a Ancelotti música de viento cuando su nombre sonó por megafonía. El resto se libró. A los actores principales hay que pedirles las explicaciones. Lógico. Lo que no parece tan coherente es que tu portero te salve el 0-1 en el minuto cinco y cierto sector de la hinchada se lo agradezca con pitos. Y prolongados en el tiempo. Hay amores que matan. (Narración y estadísticas)

Con Ronaldo, el respetable estuvo algo más comedido. No se fue más allá de los silbidos previos al partido y de un amago de pitada tras una libre directo ejecutado como ensayo. No marcó y falló un gol en línea de gol, pero estrelló un zambombazo en el larguero y dio una asistencia de gol. La memoria en el fútbol es muy corta, aunque no conviene olvidar que el luso lleva siendo el noventa y nueve por ciento del Madrid en los últimos seis años. Mejor no enfadar a tu jugador franquicia no vaya a ser que en verano suba a la planta noble preguntando dónde está la puerta. Eso sí que sería morir de amor.

El que estaba libre de cualquier juicio es Isco, el mejor futbolista del Madrid en 2015. El malacitano volvió a tirar del endeble centro del campo un encuentro más. Sin Modric, ni James, con la habitual inocencia de Illarra y con Kroos exhausto, el «23» es el único salvavidas que le queda a Ancelotti para que la sala de maquinas no haga aguas por todos lados. Suyo fue el decisivo gol de la primera mitad: una banana desde la frontal del área «made in Arroyo de la Miel». A pesar de la plaga de lesiones, lo del alemán sigue sin entenderse. No rota ni en los entrenamientos.

A pesar de adelantarse en el marcador, el Madrid no fue ni antes, ni después mejor que el Deportivo. Brillante imagen de los gallegos en todo un Bernabéu: valiente, dominador y gozando de claras ocasiones. Le quitó el balón a los de Ancelotti y le plantó un partido a tumba abierta, cual Súper Dépor de inicios de siglo. Habla muy bien de los de Víctor Férnández y bastante mal del líder. Cualquier equipo del campeonato le puede robar ahora mismo puntos al Madrid. Qué lejos queda noviembre.

Debutó el brasileño, tres semanas después de su presentación. Veinte minutos le dio Ancelotti. Buena planta y voluntad. Tampoco tuvo oportunidades para mucho más. Eso sí, fue pisar el césped del Bernabéu y cerrar el partido el Madrid, que por momentos vio más cerca el empate que la sentencia. Benzema, picando el balón sobre la salida de Fabricio, tras recibir un buen pase de Cristiano, terminó con la inquietud del marcador y del liderato. A falta del buen fútbol, inédito en 2015, la clasificación ejerce de paraguas. No vaya a ser que los huevos se los echen los suyos.