Editorial

Acuerdo entre palestinos

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El Movimiento de la Resistencia Islámica -Hamas-, ha necesitado veinte años desde su creación para aceptar la existencia del Estado de Israel, pero finalmente acaba de hacerlo -aunque de modo muy implícito-, en el contexto de una tensa y delicada negociación con Al Fatah. El acuerdo ha sido posible al llegar los dos grandes partidos a un consenso sobre los puntos del Documento de Reconciliación Nacional, más conocido como Plan de los Prisioneros por haber sido redactado inicialmente por cinco relevantes presos palestinos que cumplen severas condenas en cárceles israelíes. Este reconocimiento de Israel se deriva de que Hamas acepta que su objetivo es la creación de un Estado propio en los territorios perdidos en la Guerra de los Seis días de 1967 y por tanto limita a esas áreas, Cisjordania principalmente, sus eventuales acciones militares. En el fondo, el texto se adhiere en buena medida a la histórica Iniciativa de Beirut de la Liga Árabe, que en marzo de 2002 ofreció a Israel «completo reconocimiento contra completa evacuación». Hamas ha introducido, eso sí, un párrafo según el cual se entiende que, en adelante, cada acuerdo que se alcance en el proceso de paz lo será en el inequívoco «servicio al pueblo palestino». Una ambigua cláusula de estilo y una precaución formal semejante a las catorce reservas que emitió Israel cuando aceptó la redacción de la Hoja de Ruta y que en función de su interpretación por los radicales palestinos puede serlo todo, o nada, en el proceso de paz. La lista de acuerdos en la historia del conflicto entre israelíes y palestinos es, desafortunadamente, tan larga como nulos han sido sus efectos. Pero, en esta ocasión, al menos abría una puerta nueva por cuanto permitía la formación de un Gobierno de unión nacional del que sólo se ha excluido la Yihad Islámica y, al renunciar al maximalismo, habría dotado al campo palestino de un mayor margen de maniobra para negociar, acercándose mucho al criterio abrumadoramente sostenido por la comunidad internacional.

Y hay que decir que abría una nueva puerta porque a la fragilidad del propio acuerdo, en el que algunos puntos siguen generando una enorme fricción entre las propias facciones palestinas, hay que añadir la posibilidad de que toda la región estalle de nuevo a causa de la máxima tensión que se vive en la franja de Gaza tras el secuestro de un joven militar en una operación de comandos de Hamas.