Insistencia inquietante
Actualizado: GuardarUna vez más, ETA ha demostrado que continúa moviéndose en el terreno de la irrealidad, tratando de proyectar hacia sus seguidores expectativas que sólo pueden conducir al marasmo y la frustración de aquellos que crean que el cese terrorista va a tener como contrapartida la realización de su proyecto totalitario. Crecida, precisamente, sobre las esperanzas que su alto el fuego ha suscitado en la ciudadanía, ETA ha ido cargando sus comunicados y pronunciamientos desde el 22 de marzo y subiendo sus exigencias en un intento de aprovechar el efecto sobre la sociedad de un tiempo sin violencia, hasta el punto de llegar a demandar nada más y nada menos que la desactivación del Estado de Derecho. Y lo cierto es que allá donde ETA ve represión, chantaje, extorsión y situaciones de excepción, lo único que existe es la ley, su cumplimiento y la persecución de las conductas que violentan el ordenamiento democrático. Pero su exigencia de que el Estado de Derecho entre también en tregua tiene una clara intención: lograr equiparar la banda terrorista con el Estado de Derecho, establecer tal paralelismo entre ambos que, una de dos, o se acaba legitimando a ETA como representante del pueblo vasco o se deslegitima al Estado y sus poderes en tanto que hagan dejación de sus obligaciones. Hipótesis no sólo descartable desde cualquier punto de vista, sino que las instituciones ya han dejado claro que jamás se cumplirá. La única paz justa y duradera es la que la sociedad democrática consiga del desestimiento de ETA y de su disolución. La banda terrorista trata de eludir su derrota cuando ésta ya es un hecho para una sociedad que no se amedrenta y unas instituciones que han demostrado su entereza en la lucha contra la amenaza y la coacción. La advertencia etarra de que, si se frustra el proceso, habrá generaciones dispuestas a seguir en armas, demuestra hasta qué punto la violencia continúa siendo su ideología dominante.
Pero desgraciadamente acredita también que hay todavía un largo trecho que recorrer hasta que la sociedad y las instituciones logren que ETA no sólo cese en su actividad violenta, sino que renuncie de una vez y para siempre a formular amenazas expresas o veladas. Si no fuera porque el comunicado va firmado por una banda terrorista, sería un sarcasmo el llamamiento de ETA a los poderes públicos para que asuman riesgos políticos. Es indudable que esta reiteración opresiva, unida a las imágenes crueles y despiadadas ofrecidas estos días por los asesinos de Miguel Ángel Blanco, introducen un factor de inquietud que compromete directamente la iniciativa emprendida por el presidente Rodríguez Zapatero y su Gobierno. Este último comunicado se ha producido, además, justo cuando Rodríguez Zapatero se aprestaba a anunciar ante el Congreso la apertura del proceso negociador. Ello invita a pensar que se trata de un pronunciamiento con una intención directa: la de comprometer al presidente del Gobierno. Y es preciso que ante semejante provocación, el Ejecutivo deje claro, una y otra vez, cuáles son las condiciones democráticas.