PAISAJE. Un campo plantado de girasoles en la provincia.
TIERRA ADENTRO

El futuro mira al sol

El girasol ocupa el 30% del cultivo de secano de la provincia y para que continúe siendo rentable ya se vislumbra la posibilidad de usarlo como biocarburante

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Hace ya 40 años que los campos de la provincia de Cádiz se tiñen en esta época de vivos colores amarillos. Hace todas esas décadas que los agricultores apostaron por el cultivo de esta planta llamativa y muy resistente que fue ocupando el lugar de otras menos rentables en las mejores tierras de secano de las campiñas gaditanas.

Cuando el algodón de secano empezó a hacer mella en los bolsillos de los productores, el girasol se convirtió en la mejor alternativa para esta superficie, tanto que actualmente el 30% de las tierras sin riego de la provincia se dedican a este cultivo, y el resto principalmente a cereales.

Sin embargo, desde entonces la situación ha cambiado, y ahora es el propio girasol el que empieza a no compensar los gastos y esfuerzos que exige al agricultor. Así lo explicaba el presidente de la cooperativa de Villamartín y miembro de la junta directiva de Asaja Cádiz, Ramón Holgado, cuando destaca que «los costes de producción de este producto van aumentando y las cotizaciones en el mercado de este producto son cada vez más bajas».

En el caso del girasol, como ocurre también con cultivos como la remolacha, no sólo se paga el rendimiento y los kilos, sino que además la planta debe cumplir unos parámetros de calidad tipo que miden el porcentaje de impurezas, humedad y, sobre todo, de contenido de grasas. De ahí que la variación de precios sea a veces enorme y poco favorable al cultivador.

En la provincia, ya se han buscado alternativas para hacer más rentable este cultivo, y se ha comenzado a plantar una variedad de girasol altoleico que tiene una mayor cuota de mercado y mucha más demanda. Este girasol, y el aceite que produce, es el preferido actualmente por las principales empresas de conservas, pero su capacidad de producción es mucho menor.

Ante esta situación, los productores de la provincia empiezan ya a mirar el futuro y comienzan a vislumbrar la que sería la gran solución para este cultivo y para el campo gaditano: el uso de esta planta para la producción de biocarburantes.

Holgado deja muy claro que «para las tierras de secano hay actualmente pocas opciones aparte del girasol y los cereales» y cree que en estos momentos se está creando la coyuntura idónea para que desde las administraciones apuesten por el fomento de la producción de biocarburantes. «Hasta ahora no podía competir en precio con el petróleo, pero el encarecimiento de éste nos lo pone más fácil», afirma. El problema, como ocurre con otros cultivos, es el precio al que se pagan las plantas, porque «hasta el momento no compensaba los costes, ya que se pagaba más barato incluso que el que se dedicaba a la industria alimenticia».

Por eso, los cultivadores de esta planta de raíz pilotante de hasta diez metros que rastrea humedad en los niveles más subterráneos confían en que Bruselas haga más rentable el cultivo con sus anunciadas ayudas para extender el uso de las energías renovables.

A la espera de que se concreten todas estas posibilidades, los productores ya aguardan a que en unos meses se seque el girasol, pierda la humedad y se pueda recoger y almacenar hasta que las principales extractoras que operan en el mercado lo compren.