Un hálito del pasado
Actualizado: GuardarE n la ciudad de Sevilla una joven llamada Lidia ha resucitado una fórmula de protesta política que parecía olvidada desde los años setenta del pasado siglo: desnudarse íntegramente en público para denunciar una actuación política.
La ciudadana Lidia eligió con sabiduría y perspicacia la sala de plenos del Ayuntamiento de la ciudad durante el desarrollo de una sesión. Pleno, pues, y valga la redundancia, para la muchacha: gobierno y oposición del Consistorio confrontados en el debate político, gacetilleros de la información municipal de testigos y azorados guardias municipales que pretendían retirar del lugar a la muchacha desnuda presionando delicadamente la epidermis femenina liberada de ropa empujándola delicadamente con las yemas de los dedos. No existen precedentes en la Cristiandad de guardias más pudorosos que éstos del Pleno de Sevilla.
Bienvenida sea esta variante, prácticamente olvidada en Andalucía y en todo el continente, de ejercer una crítica política que pivota exclusivamente en la acción-reacción entre el poder y la oposición, con ausencia manifiesta de la ciudadanía, harta de estar harta del intocable sistema que consagra el diálogo de sordos entre aquellos: gobierno y oposición. La stripper Lidia, denominación de aquellos años setenta en los que la llamada guerra fría lucía toda su capacidad de intimidación, es una hija de este desconsuelo urbano de la hora que contempla como la especulación insaciable derriba todo vestigio de tipologías de vivienda popular en los cascos antiguos de las ciudades para construir viviendas de lujo, aunque eso sí, divididas en minúsculos apartamentos de 30 ó 40 metros cuadrados para criaturas emergentes, profesionalmente, de la actual desolación sentimental. En fin, no todo está perdido; al menos aquí, en la vieja Andalucía de siempre, nos tropezamos de vez en cuando con un hálito de disconformidad individual y humanista, al margen de colectivos y organizaciones que pretenden acaparar todos los poderes anulando el individualismo. Alcemos la copa, pues, por la stripper Lidia y el derribo de El Algarrobico.