Centenares de campesinos brasileños detenidos tras el asalto al Congreso
Los integrantes del Movimiento de Liberación de los Sin Tierra exigen que se acelere la reforma agraria
Actualizado: GuardarMás de 500 campesinos sin tierra fueron detenidos ayer en Brasil tras su violenta irrupción en la sede del Congreso Nacional en Brasilia, adonde llegaron para exigir que se acelere la reforma agraria. Los activistas, integrantes del Movimiento de Liberación de los Sin Tierra (MLST), invadieron el martes el edificio legislativo y rompieron cristales, puertas, mesas y lámparas, y volcaron un automóvil aparcado en la entrada. Llegaron hasta el segundo piso, a la antesala de la Cámara de Diputados. El saldo fue de 25 heridos, en su mayoría agentes de seguridad.
«Fue un serio acto de vandalismo contra el Parlamento», declaró el presidente Inacio Lula da Silva al conocer los hechos repudiados por todo el arco político del Congreso. El presidente de la Cámara Baja, Aldo Rebelo, denunció la invasión y de inmediato la Policía detuvo a los manifestantes en las cercanías del edificio.
Cerca de quinientos militantes del MLST permanecían ayer bajo custodia policial en un gimnasio de Brasilia, mientras las autoridades preparaban cinco defensores oficiales y diez ómnibus para trasladarlos hasta el principal presidio de la capital. Once cabecillas del movimiento declararon en comisaria y fueron encarcelados Además 45 adolescentes fueron puestos a disposición de un juez de menores. El MLST surgió en 1997 como la fracción más radicalizada del tradicional Movimiento de los Sin Tierra (MST), que reclama una reforma agraria y propicia la invasión de terrenos improductivos. El líder del MLST es Bruno Maranhao, que pertenece al oficialista Partido de los Trabajadores (PT), pero responde a un sector crítico con la gestión moderada de Lula.
Al igual que en otras oportunidades en las que llegan hasta las puertas de edificios públicos, Maranhao y su gente llevaron esta vez sus demandas hasta el Congreso Nacional en Brasilia, pero en esta ocasión la acción terminó mal. Pedían el fin de la esclavitud -a la que están sometidos miles de trabajadores rurales-, la aceleración de la reforma agraria y el castigo para los responsables de la muerte violenta de campesinos durante el último año. Los manifestantes entraron de manera pacífica en el edificio, pero, según Maranhao, el personal de seguridad civil «se nos abalanzó» y los sin tierra se defendieron a golpes de puño, con piedras y conos plásticos de los que se usan para frenar la circulación.
En su asalto furibundo del segundo piso del recinto, los campesinos rompieron ventanas, puertas de vídrio, lámparas, muebles y alguna escultura. La Justicia los acusa de «daños a bienes públicos» y «formación de cuadrillas». Maranhao declaró que durante la irrupción él estaba reunido con un diputado en su despacho. Cuando supo de la invasión intentó calmar -y no agitar- a los miembros del movimiento, pero ya era tarde. «Iba a ser una protesta pacífica.