Zapatero y la teoría de la doble verdad
Actualizado: GuardarZapatero dijo ayer en el Debate sobre el Estado de la Nación, refiriéndose al alto el fuego de ETA, que primero la paz y luego la política, que sin violencia todas las ideas se van a poder defender. Lo malo es que, en respuesta al portavoz del PNV, añadió que alcanzar el fin de la violencia será una tarea que lleve tiempo, pero que «no impedirá que el dialogo político comience».
Los sofistas de hace veinticuatro siglos sostenían que se puede defender una cosa y su contraria porque todo depende de lo que interese en cada momento, que todo está en función de la utilidad que al sujeto le reporte su discurso para destacar, convencer o gobernar. Dieciséis siglos después, los averroístas terminaron por aceptar la teoría propuesta por Siger de Brabante, según la cual algunas afirmaciones pueden ser verdaderas de acuerdo con la fe y pueden no serlo de acuerdo con la razón, de modo que se pueda creer con convicción una cosa y sostener con el raciocinio la contraria. El tal Brabante consideraba que los dogmas eran verdaderos, pero que las conclusiones racionales de la filosofía eran necesarias. Es lo que se llama teoría de la doble verdad.
Si Zapatero abre el diálogo político antes del fin de la violencia, como apuntó ayer, estará cayendo en la trampa de esa doble verdad. En la que, por cierto, ya cayó hace un año sin que nadie se escandalizara, pues en el Debate sobre el Estado de la Nación dijo: «Hoy reitero ante la cámara que el fin de la violencia no tiene precio político, pero la política puede contribuir al fin de la violencia». Ayer dijo que los vascos decidirán su futuro dentro de la legalidad y que no hay ningún anclaje del sistema constitucional que permita hablar del derecho de autodeterminación. Pese a lo cual quiere dialogar fuera de la legalidad. ¿Ah!, se me olvidaba. Los sofistas decían que sostener una cosa y su contraria se consigue mediante la retórica, el arte de persuadir independientemente de las razones que se presenten.