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Inspiración inducida
Una exposición recorre la historia del plagio, desde 'El Quijote' de Avellaneda a 'La Gioconda' de Duchamp, como parte de la cultura
Actualizado: GuardarDesde El Quijote de Avellaneda o La Gioconda de Du-champ a la combinación de la música de Michael Jackson con Stockhausen que hacía John Oswald en Plunderphonic son algunos ejemplos recogidos en Plagiarismo, una muestra que recorre la historia de las apropiaciones y las reformulaciones de ideas ajenas. En la exposición, que se puede ver en el Espacio Cultural de Caja Madrid en Barcelona, los co-misarios Jordi Costa y Alex Mendíbil recogen diversos ejemplos del arte y la historia para demostrar que «el plagio es una parte vital de la cultura».
Costa y Mendíbil postulan que «el plagio es necesario, imprescindible, para el aprendizaje, la cita al maestro al que se quiere rendir homenaje, o incluso la se-cuela de un personaje que el fan no quiere dejar de leer».
Una reproducción gigante de La Gioconda de Marcel Duchamp (1919) invita al espectador a que deje estampado su sello personal sobre el cuadro de Leonardo da Vinci, como hiciera el propio Du-champ. Los comisarios de la muestra aseguran que «el plagio es parte de la naturaleza elemental del ser humano» y ponen como ejemplo el ADN, que se copia a sí mismo. Una mirada atrás en la historia descubre que el plagio o la copia han existido desde hace siglos, con ejemplos tan notorios como célebres como El Quijote apócrifo de Avellaneda, que obligó a Cervantes a adelantar la publicación de la segunda parte de las aventuras de su ingenioso hidalgo, o los populares Sherlock Holmes y Watson de Conan Doyle.
Del sagaz detective se pueden contemplar sus Memorias íntimas; 7 novísimas aventuras de Sherlock Holmes, de Enrique Jardiel Poncela; su pulso con Fu Manchú, de Cay Van Ash; su enfrentamiento con el Doctor Freud, de Nicholas Meyer; o su diálogo con el mismísimo Marx, de Alexis Lecaye.
Si en el terreno de la arquitectura Las Vegas es el paradigma del plagio, con una combinación urbanística en la que tienen cabida la Torre Eiffel al lado de los canales de Venecia y la Estatua de la Libertad, en el cine, uno de los pioneros fue Orson Welles, que comenzó con la falsa emisión radiofónica de una invasión marciana con La Guerra de los Mundos de H. G. Wells.
La exposición plantea asimismo otro debate, los límites del derecho de autor frente a la creación pues, como ha dicho Costa, «el actual marco legal es tan restrictivo que no permite que otros artistas puedan elaborar provocadoras propuestas de crítica cultural».