'PLATERO'. Una niña enseña su libro con la firma de Paz Pasamar.
Cultura

Razonable memoria

Cuatro autores esgrimen argumentos para recordar a Juan Ramón Jiménez en un sencillo y emotivo homenaje

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El de ayer fue un pequeño pero sentido homenaje al «mejor poeta español del siglo XX». Hasta cuatro razones había para recordar al poeta de Moguer. En realidad, había más, siempre son más los motivos para detenerse en un gran escritor. Entre las asistentes, la poetisa Pilar Paz Pasamar, que «de adolescente encandiló a Juan Ramón Jiménez», recordó el moderador de la charla, el profesor de la Universidad de Cádiz, José Jurado Morales.

Los cuatro motivos, recordó, son cuatro fechas: 1881, 1916, 1936 y 1956. La primera, la del año de su nacimiento, del que se cumplen 125 años. La segunda, la del año en que escribió Diario de un poeta recién casado, en el que dejó constancia de su paso por Cádiz, cuya relación con Juan Ramón rememoró el escritor y profesor de Literatura, Manuel Ramos. «En enero de 1916 se paseó por la ciudad y escribió: Cádiz, igual que un fino y blanco brazo de España...». Su subida a la Torre Tavira le produjo la sensación de «nunca haber visto ni soñado tal amontonamiento de blancura». «Su vinculación con Cádiz es la historia de un idilio», subrayó el profesor.

Pero Juan Ramón Jiménez no sólo tuvo relación física con la ciudad. Entre sus amigos se encontraba el poeta gaditano Eduardo de Ory, padre del también escritor Carlos Edmundo, con quien compartía el modernismo como estilo literario y admiración por Bécquer, y por los también modernistas Rubén Darío o el español Manuel Reina, recordaba Manuel Ramos.

Otra fecha por la que en 2006 se habla tanto de Juan Ramón Jiménez es la de 1956. Se cumplen ahora cincuenta años de la concesión del Premio Nobel al autor de Platero y yo. «Desde luego, hubo mu-chas circunstancias para darle el galardón. En 1950, España entró en la ONU», insinuó. Pero, además, existe otro año crucial, el de 1936. Empezó la Guerra Civil y fue el de la salida del país de Juan Ramón con su mujer Zenobia Camprubí, que se exiliaron a EE UU, Cuba y Puerto Rico, donde murió en 1959. El propio poeta onubense dijo que «el andaluz tiene un precioso sentido universal». Ésa es la idea que quiso grabar en el público el escritor cubano Pablo Armando Fernández, que recorrió la amistad y el debate literario sobre «el insularismo» entre Juan Ramón y el también cubano Lezama Lima.

Paz Pasamar aseguró que «el cuento de las cartas» que le escribió el Nobel «ha ido engordando» hasta el punto de que en una charla sobre Platero y yo que dio en un colegio de un pueblo de la sierra de Sevilla, las madres de los menores rumoreaban que «había ido a hablar la novia de Juan Ramón».

La poetisa gaditana puso su empeño en «talar tres árboles que son verdaderos tópicos contra Juan Ramón». «Ni Zenobia fue tan mártir, ni él tan insoportable», al tiempo que defendió que «fue el gran místico del siglo XX, pero no era un panteísta» y tampoco era «uraño, irascible o antipático», excepto por su inconformidad social.