Bush habla por teléfono desde el Air Force One. / REUTERS
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Bush opta por el jefe de las escuchas extrajudiciales para dirigir la CIA

El general Hayden, 'número dos' de Negroponte, será nominado mañana Los demócratas anuncian que presentarán su rechazo en el Congreso

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Sin poderse permitir el lujo de dejar mucho tiempo vacante la problemática dirección de la CIA, se espera que George W. Bush nomine mañana para ese delicado puesto a Michael Hayden, general de cuatro estrellas de las Fuerzas Aéreas responsable de llevar a cabo el polémico programa de escuchas extrajudiciales domésticas autorizado por la Casa Blanca tras el 11-S. Este militar cuenta con amplia experiencia en actividades de espionaje electrónico y hasta ahora venía actuando como 'número dos' de John Negroponte, el coordinador de los servicios de Inteligencia.

De inmediato, la anticipada nominación de Hayden ha servido para reavivar todo el debate de los últimos cinco años sobre prerrogativas oficiales en la lucha contra el terrorismo. Como el cargo de director de la CIA está sometido a la aprobación del Congreso, la oposición demócrata ya ha empezado a anunciar una sonada batalla parlamentaria para atacar por elevación algunas de las estrategias antiterroristas adoptadas por la Casa Blanca tras el 11-S.

Hayden fue el encargado de aparecer en diciembre en la sala de prensa de la Casa Blanca para defender el supersecreto programa autorizado por Bush para interceptar dentro de Estados Unidos llamadas de teléfono y correos electrónicos vinculados con sospechosos o simpatizantes de Al-Qaida. Actividades sin supervisión judicial encomendadas durante años a la Agencia Nacional de Seguridad, pero que finalmente fueron divulgadas por 'The New York Times'.

En su ardiente defensa de estas polémicas escuchas, el general ha llegado a recordar que, como militar profesional, ha jurado «proteger y defender la Constitución». Insistiendo en que se trata de un programa antiterrorista muy selectivo y perfectamente legal, a pesar de realizarse al margen del tribunal secreto creado precisamente en 1978 para autorizar este tipo de actividades de espionaje relacionadas con seguridad nacional.

Fuentes de la Administración Bush citadas por algunos medios de comunicación insisten en que Hayden es el candidato favorito por «sus cualidades naturales de liderazgo» y sus «décadas de experiencia en los servicios de inteligencia de Estados Unidos», siendo tanto un productor como un consumidor de informes secretos. Aunque no faltan quienes anticipan cierta resistencia dentro de la propia CIA al nombramiento de un especialista en cuestiones más bien técnicas en lugar de espionaje tradicional. De hecho, una queja habitual es que Estados Unidos dedica una cantidad ingente al espionaje electrónico, pero ha descuidado su aspecto humano.

Guerra fría

Hayden, producto de una humilde familia de Pittsburgh, es a sus 61 años el militar dedicado a tareas de inteligencia de mayor graduación en las Fuerzas Armadas. Su primer destino en 1970 fue típico de la guerra fría, como analista e instructor en el cuartel general del Comando Aéreo Estratégico, con base en Nebraska. En su historial se encuentra haber dirigido el Centro Conjunto de Mando y Control Bélico, la Agencia de Inteligencia de la Fuerza Aérea y la de Seguridad Nacional, que lleva el peso de las operaciones de espionaje electrónico. Además de contar con una supuesta relación muy fluida con el vicepresidente, Dick Cheney.

Corrupción

Con todo, el nombramiento de Hayden no es el único cambio previsible en la cúpula de la Agencia Central de Inteligencia, ya que la institución de espionaje creada tras la Segunda Guerra Mundial se ha visto salpicada por un caso de corrupción que ya ha enviado a la cárcel al ex congresista republicano Randall Cunningham, un héroe de la aviación reconvertido a político que ahora se encuentra en prisión por aceptar sobornos a cambio de lograr la adjudicación de contratos públicos.

Esta semana, la CIA ha confirmado que su 'número tres', Kyle Foggo, seleccionado para ese puesto por el dimisionario Porter Goss, tenía alguna relación con uno de los contratistas implicados en el 'caso Cunningham'. Hablándose de su participación en partidas de póquer organizadas en suites de hoteles de lujo en Washington, donde supuestamente se repartían no sólo cartas sino también sobornos y meretrices.

Parte de las pesquisas del FBI se centran en la adjudicación de un contrato de casi tres millones de euros para suministrar agua embotellada y otros enseres a los agentes de la CIA desplegados en Irak y Afganistán. En este turbio asunto algún medio ha llegado a avanzar la posibilidad de que el propio Porter Goss, también aficionado a los naipes y a los cigarros habanos, hubiera estado presente en alguna reunión lúdica.