SENDERISMO. Los alumnos toman un camino a través del campo para llegar a sus centros.
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El peligro de ir a la Universidad

El trayecto desde el puente de El Trocadero hasta el Campus Universitario de Puerto Real supone un auténtico riesgo para los estudiantes ante la falta de señalizaciones y la falta de iluminación

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Las infraestructuras de acceso al Campus Universitario de Puerto Real dejan mucho que desear. Al menos ésta es la impresión de los estudiantes, especialmente aquellos que provienen del apeadero construido hace poco más de un año.

A partir de esa zona es cuando se concentra el peligro. Nada más subir la escalera de caracol se accede al puente de El Trocadero, vía que compete al Ministerio de Fomento y que además de contar con una pavimentación deteriorada por el paso de vehículos pesados, cuenta con el inconveniente del mal funcionamiento de los semáforos. Éstos, continuamente están estropeados, lo que redunda en el tráfico y provoca un caos ante el trasiego de los universitarios. Desde la Policía Local se aseguró, que aunque no hay demasiados accidentes en la zona, sí es un lugar de prioridad de vigilancia de tráfico.

A esto hay que añadir el carril bici que se une al estrecho arcén por el que los estudiantes se dirigen al Campus. Una vez pasado este tramo, comienza el calvario. Durante una distancia superior a los 15 metros no hay ninguna señalización que facilite el paso de los peatones, ni siquiera el carril bici. Por tanto llega el momento en que los universitarios deben arriesgar su físico para llegar a las instalaciones educativas de Puerto Real.

Este trayecto «no está en condiciones» asegura Esther Herrera, para quien las mejoras se han de producir ante la falta de visibilidad en determinados puntos. Otro de los puntos críticos para esta estudiante de Ingeniería Técnica Industrial «es la falta de iluminación cuando cae la noche».

Esta tesis es defendida por Fabián Núñez, que cursa Ciencias Ambientales. Este jerezano censura la velocidad con que pasan los vehículos por el entramado universitario, por lo que solicita que la autoridad competente, en este caso la Universidad, «instale badenes antes de que tengamos que lamentar una desgracia».

Ante esta situación son muchos los estudiantes que optan, justo después de la bajada del puente, por acortar camino a través del campo. Una ingeniosa idea con la que incluso cuentan con un sinuoso y elaborado camino entre hierbajos y matorrales.

Aún así, esta opción cuenta con un grave problema: el carril se encuentra en la parte izquierda de la carretera, por lo que los más osados y atrevidos, o quizás los más flojos, han de cruzar la vía, que aún a sabiendas del amplio número de personas que lo hacen, aún no cuenta con un paso de peatones.

No sólo la comunidad estudiantil muestra sus quejas ante la situación de este tramo. Esta zona también es ampliamente transitada por los amantes de la naturaleza debido a su cercanía con el Parque Natural de la Bahía, ya sea por senderistas o simplemente por vecinos que pasan por esta zona con motivo de sus paseos matutinos.

Entre estos últimos se encuentra Paco Guerra, quien argumenta que la escasa visibilidad de la zona se debe «a que los coches están taponados por la vegetación». El cruce del semáforo es señalado por este caminante como el punto más peligroso de la zona.

Por otro lado, la comunidad internacional del Campus aseguró que la zona «ha mejorado mucho en los últimos años» según el cubano Osvaldo Estévez, que se encuentra en nuestro país para sacarse el Doctorado en Química. Su compatriota Rodney Larret fue más explícito y bajo su opinión no considera que el tránsito por esta vía «represente un peligro para los estudiantes».

Desde la Universidad

A pesar de las opiniones de los estudiantes acerca del peligro de este trayecto, desde la Universidad manifiestan que, «poco a poco se está consiguiendo una mayor seguridad en la zona». De esta forma, fuentes de la comunidad educativa, señalaron que en el último año se realizaron «trabajos de mejora para dar una mayor seguridad a los estudiantes».

La obra en cuestión consistió en la señalización de una vía verde pintada sobre la calzada para identificar el paso de los universitarios. En opinión de la Universidad, «se ha disminuido considerablemente el riesgo existente» y auguró nuevas iniciativas para adecuar el tránsito de los peatones por esta vía.