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Los hijos de Elcano
El mal tiempo en el Estrecho obligó a la réplica de la Nao Victoria a hacer escala en Cádiz en su vuelta al mundo
Actualizado: GuardarNavegar en una embarcación del siglo XVI tiene estas cosas. La réplica de la Nao Victoria que esperaba atracar ayer en Algeciras ha acabado en la dársena comercial de Cádiz. «Nos daban partes del temporal y nos iba a costar mucho cruzar el Estrecho, así que hemos seguido adelante», dice el director del proyecto, Ignacio Fernández Vial. El sábado, la réplica de la embarcación con la que Juan Sebastián de Elcano se convirtió en el primer ser humano en dar la vuelta al mundo está a punto de completar su propia hazaña, después de haber llevado la cultura española por medio planeta. Mañana estará en Sanlúcar, su última escala antes de Sevilla, 28.000 millas después de su salida el 12 de octubre de 2004.
La historia del sueño de emular al navegante guipuzcoano comenzó en 1992 cuando, en conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América, se construyó una réplica de la Nao Victoria para recordar las hazañas de los marinos españoles y estrechar lazos con otras culturas.
«En las expediciones de 1991 y 1992 hicimos una prueba -recordaba ayer el historiador Fernández Vial a su llegada a puerto-. En una encuesta preguntábamos quién fue el primero en dar la vuelta al mundo, de dónde salió y a qué puerto llegó y cuál era la bandera bajo la que navegaba». El resultado fue desastroso. Del viaje, que terminó Elcano en 1522, solamente supieron responder correctamente un 4% de los españoles y solamente el 0,8% de los extranjeros. El pobre balance obligó a rememorar la expedición.
En el muelle de la dársena, el ambiente era ayer de fiesta relajada. Los 20 tripulantes se afanaban en el alcázar en dar buena cuenta de un jamón, una caña de lomo y una caja de botellines de cerveza que les debieron saber a gloria reencontrada. «Como se come en casa...» se dijeron. Y es que las viandas de la tierra han tomado la bodega de la Nao después de una travesía con las comodidades más que justas. En las literas de la cubierta inferior se hacinan los tripulantes en condiciones que, si bien no son las de Elcano y los suyos, exigen renunciar al confort de la vida moderna. «Nos hemos alimentado, sobre todo, de legumbres y arroz. Las verduras y frutas frescas, depende de lo que durasen. Al llegar de una travesía nos preguntaron que qué era lo que habíamos comido. Pues cebolla con cebolla... -Reía ayer Fernández Vial- La cebolla no se pone mala», dice.
Y es que, pese a los equipamientos de comunicación y navegación actuales, indispensables a ojos de las autoridades portuarias, la Nao incorpora pocas comodidades más. El agua dulce se utiliza únicamente para beber y las maniobras se realizan según las técnicas de la época. «Es decir, tirando de cabo», decía el director de la expedición señalando a un grupo de marineros que izaban una de las vergas.
A esto hay que añadir las condiciones propias del viaje, durante el cual han tenido que navegar de manera continuada durante hasta 57 días de singladura. «¿Hasta se te olvida tu vida fuera del mar! Todos los días son distintos...». Lo peor del viaje: los temporales y la calma chicha. «Hemos pasado tempestades horribles, como las de los vientos Kamikazes de Japón. Cuando llegábamos a puerto no se creían que los habíamos pasado con la Nao. Pero aún peor han sido las calmas, con el calor, porque durante un temporal no hay tiempo para pensar. Te vuelves loco. En Panamá teníamos que dormir a 37 grados».
Leyenda a bordo
Fernández Vial admite que «es duro volver a hacerse a la vida en casa». Por eso ya prepara su siguiente expedición: reconstruir un galeón del siglo XVIII y rememorar los viajes de los galeones españoles entre Sevilla y Panamá, y Acapulco y Manila.
El mejor navegante en solitario que ha dado España, el vizcaíno José Luis de Ugarte, leyenda viva de la vela, ha llevado la dirección de navegación del proyecto y piensa en la siguiente empresa. «¿Aventuras? -se pregunta a sus 77 años-. Yo no sé si he hecho alguna... Lo único que sé es que llevo toda mi vida navegando». Y esta pudiera ser su última expedición al completo. «Mi mujer me llama y ya me dice que está muy vieja, que no puede estar sola», dice. Pero no se resigna: «Aunque no la haga entera, alguna excursión ya haré... Si me aceptan, claro», bromea con modestia.
A la espera de que se despejen las incógnitas, la Nao Victoria seguirá su camino hacia Sanlúcar el sábado bien pronto. «De madrugada, porque dan viento norte». Navegar a la manera del XVI tiene estas cosas.