LIADOS. Pilar López de Ayala y Alejo Sauras, juntos.
Cultura

David Trueba se hace mayor

'Bienvenido a casa' sigue la deriva sentimental de una joven pareja y homenajea la profesión de periodista

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Han pasado diez años desde que David Trueba debutó como realizador con La buena vida. Y sigue enfrentándose a las películas «desde cero, como si fuera la primera y última vez que fuera a rodar». En Bienvenido a casa, comedia dramática que inauguró el Festival de Málaga, de donde se vino con el premio al mejor director, Trueba habla del difícil tránsito a la madurez de una joven pareja (Pilar López de Ayala y Alejo Sauras).

«El cine resuelve el 70% de las tramas humanas con superpoderes, con la criptonita, pero en la vida normal las cosas se complican un poco más. Lo fantástico de la comedia es que te ríes de las cosas que les pasan a otros y que antes te han tocado a ti. Además, pones distancia y te das cuenta que eso que te parecía tan importante y dramático sólo es una prueba más a la que te somete la vida», explica el autor de Soldados de Sa-lamina. Del amor juvenil a la vida adulta de pareja.

Este es el corazón de esta historia coral que sigue a un joven fotógrafo que empieza a trabajar en una revista de información general y a la mujer con la que convive y de quien espera un hijo. A su alrededor desfilan periodistas que actúan como un coro griego. «Estudie periodismo y trabajo en prensa. No conozco un gremio tan duro con ellos mismos, y eso es bueno porque se traduce en que el listón está alto. Los periodistas son personajes maravillosos, no son ingenuos ni bienintencionados, no tratan de engañar a nadie. Detrás de su cinismo, acidez y defectos, hay gente entrañable. Creo que he hecho un retrato bastante optimista sobre ellos», apostilla Trueba, que asegura que el personaje de un crítico de cine ciego (Juan Echanove) no es una venganza.

Fuera la vanidad

«Sigo la consigna de Billy Wilder: me gusta lo sutil cuando es obvio. A los críticos los considero útiles y necesarios, les quiero. Forman parte de la cadena, pero mantengo con ellos una distancia higiénica para que si no les gusta lo que hago, me puedan poner a parir», advierte el cineasta, que fichó a Santiago Segura para dar vida a un periodista del corazón sin escrúpulos.

«El nombre de Santiago no aparece porque no quiero engañar al espectador. No es una película en la que trabaje Santiago, sólo sale en dos escenas y disfrazado. Con este papel tuve mis dudas, incluso pensé en ofrecérselo a un cronista rosa real, pero no soy capaz de filmar a alguien que no quiera o no comprenda. A priori, quiero retratar cosas agradables», confiesa este profesional que no se siente esclavo de lo que ha hecho, «sino obrero de lo que voy a hacer después. Hay que avanzar, ponerse retos, olvidarte de lo que te ha ido bien y no dar a la gente lo que espera de ti para que a tus trabajos no les reconozcan con un sello».