GESTOS. Gómez volverá al cine con 'La carta esférica'. / LA VOZ
CARMELO GÓMEZ ACTOR

«Me exasperan los jóvenes convertidos en borregos»

El actor triunfa con 'La cena' y comenzará en agosto el rodaje de 'La Carta Esférica', que se rodará en Cádiz

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Impactó con su interpretación de un etarra en Días contados, una bomba cinematográfica dirigida por Imanol Uribe. Y bajo sus órdenes comenzará en agosto el rodaje de La carta esférica en Cádiz, basada en la novela homónima de Arturo Pérez-Reverte. Hasta que se convierta en el personaje de Ismael Coy, Carmelo Gómez sigue disfrutando del éxito en los escenarios con La cena, la obra en la que se mide con el mismísimo Josep María Flotats y que está arrasando por los teatros de todo el país.

-Uno de sus grandes éxitos lo consiguió interpretando en escena A puerta cerrada, de Jean Paul Sartre, en la que su personaje pronuncia una de las frases más famosas de la historia del teatro: «El infierno son los demás». ¿Alguna vez ha pensado usted lo mismo?

-¿No, no! Qué bonito, como el infierno son los demás yo estoy eximido de culpa, ¿venga ya! Ese tipo de comentarios nunca los he tolerado, y en cuanto a Sartre, lo que él quiere decir es que el infierno es este mundo al que nos han traído, que no hay otro infierno peor y que el infierno es vivir.

-¿Cómo lleva usted la relación con sus semejantes: con alegría, con resignación, como Dios buenamente le da a entender?

- Estoy de acuerdo con lo que dice Arturo Pérez-Reverte, a quien algunos llaman reaccionario y de quien recomiendo su última novela, El pintor de batallas, cuando asegura que el hombre no tiene salvación, que va hacia su propio fin y que es un devorador de sí mismo y de todo lo que tiene alrededor. Incluso dice que el hombre está en la Tierra para hacer cíclica la destrucción hasta que se llegue a la destrucción final. Él, que ha vivido muchas guerras, sabe que son inevitables por mucho que el hombre madure, evolucione, se democratice o incluso se cultive.

-Y ¿usted qué opina?

-Yo estoy un poquito de acuerdo con él. ¿Cuál es la diferencia con antes, con cuando yo era menos escéptico porque era menos conocedor? Pues, posiblemente, sea que conocer hace que estés preparado para lo que viene y que vivas la vida como un trance que hay que vivir, sabiendo aceptar lo malo y disfrutar íntegramente y de forma intensa de lo bueno. Disfrutar de las muchas y maravillosas cosas que tiene existir.

-¿De qué cosa en primer lugar?

-En primer lugar de todo de todo, si exceptuamos esas necesidades primarias como son la salud o poder subsistir, está el amor. El amor es lo más importante que el hombre tiene entre las manos y lo que más le hace parecerse a Dios. Y eso, el amor, le trae al hombre toda la felicidad o toda la desgracia si lo administra mal.

-A usted, ¿qué le preocupa más en estos momentos?

- Estamos viviendo momentos gloriosos, de una gran esperanza, y momentos muy desesperantes. Pero quizás lo desesperante pesa más, y lo digo porque a lo mejor yo soy demasiado sensible a todas las corrientes y los movimientos políticos y sociales que hay. Lo que más me asusta, en estos momentos, es la falta de cultura, porque la falta de cultura deshumaniza, embrutece y lleva al hombre a ser cada vez más primitivo.

-¿Así los ve?

-Es que me sorprende mucho ver que cuanto más preparado y más condiciones tiene el hombre para acceder al conocimiento y a la cultura en general, más se aferra al botellón. Y eso, realmente, me exaspera. A veces he escuchado decir que los cultos son unos señores que viven muy bien, que tienen la barriga llena y que prefieren reflexionar sobre la historia que hacerla e implicarse en ella.

-Es decir.

-Es decir que yo la esperanza la ponía, precisamente, en esa juventud que tiene una visión mucho más fresca y que no está condicionada, etcétera, y me encuentro con unos jóvenes que atienden a misivas masificadoras, que se alienan renunciando a tener una personalidad propia y que, de repente, se convierten en borregos deprecantes en medio de la plaza. A mí eso me llena de desesperanza. Esta gente ha tenido a su alcance los mejores libros del mundo, los mejores cuentos escritos por los mejores escritores, internet a su entera disposición y, al final, resulta que sólo han accedido a las páginas porno. Me ponen nervioso. Hemos cambiado los valores de forma muy evidente y se ha convertido todo en económicamente correcto y económicamente positivo, y todo lo que no sea económicamente discutible no existe. Incluso llegué a escuchar a un presidente de este país decir que el fútbol era de interés general.

-Pero también hablaba usted de esperanza.

-Sí, tengo esperanza porque ETA ha dejado de matar. De repente pasan milagros así. Esto es una guerra que ellos se han inventado. Cada vez que ellos dicen tregua nosotros estamos venciendo, aunque luego vuelvan otra vez a darnos castaña. Ellos también caen. Y lo siento profundamente por las víctimas del terrorismo, porque son los que realmente lo pasan mal, pero también creo que las víctimas no son quienes deben negociar, porque de lo que aquí se trata es del futuro del país, no del futuro emocional de un grupo de gente.

Repugnante

-Usted se metió en la piel de un etarra en Días contados, ¿consiguió entender algo de lo que pasa por esas cabezas?

-Es absolutamente insultante, oneroso, repugnante, que alguien se tome la libertad de acabar con la vida de otro por nada. Son unos miserables y punto. Heces es lo que tienen en sus cabezas. Hay gente que es mala por naturaleza, dejémonos de historias.