El día después de la gran fiesta del motor
Mobiliario urbano destrozado y cantidades ingentes de basura son el resultado de la noche del sábado
Actualizado: GuardarL as marquesinas de la avenida de Europa no resistieron la fiesta de los moteros. Ni los contenedores de basura, que desde Duque de Abrantes hasta la barriada de La Granja amanecieron volcados en medio de la calzada. Tampoco tres motos que los juerguistas quemaron en medio de la calle. No fue el único incendio puesto que los bomberos tuvieron que intervenir en las inmediaciones del Circuito por la quema de varios contenedores.
La basura se acumuló ayer cualquier sitio menos en los contenedores. Tres operarios de limpieza llenaron un camión con capacidad de tres mil quinientos kilos sólo en la avenida de Europa.
La Policía Local inmovilizó la noche del sábado veintidós minimotos, quads y motocicletas de motocross aunque fueran muchísimos más los que camparon a sus anchas en las calles. Además, los agentes detuvieron a un hombre acusado de intentar robar una motocicleta en los alrededores del Circuito de Velocidad y sancionaron solamente a un conductor que dio positivo en un control de alcoholemia.
Los particulares también sufrieron el atropello motero. Por ejemplo, el túnel de lavado de la gasolinera Galp de la avenida de Europa quedó inservible. Mientras, los vecinos intentaban cerrar los ojos por unos instantes. «Hasta las seis y media de la mañana no han parado en la avenida de Lola Flores», asegura el representante de la Plataforma Chapín, Diego Ponce. «El próximo año intentaremos proponer medidas contra el ruido porque parecía que los moteros eran todos falleros de Valencia con tanto petardo».
En El Puerto, la gente se agolpaba en las aceras jaleando a las motos para que las hicieran rugir. En el centro las motos estaban aparcadas mientras sus dueños disfrutaban de unas copas y del ambiente. A las cuatro cerraron los pubs y muchos permanecieron en las calles apurando las últimas horas antes del Gran Premio.
Ambiente en la playa
En Valdelagrana, sin embargo, reinó «la esencia motera» como decía un visitante, junto a su «amor de dos ruedas». El madrileño Raúl portaba una metralleta de juguete que acompañaba el sonido de las explosiones de su moto. Se vieron piruetas en uno de los dos carriles de la avenida de la Paz y en ambas direcciones, con el peligro que suponía para los conductores, que no estaban en condiciones de superar un control de alcoholemia. Algún conato de pelea hizo esforzarse a la Policía Nacional, pero en general no intervino. Los vecinos intentaban protegerse del ambiente echando las persianas, otros se asomaban a la terraza. Dormir era complicado con la competición organizada entre motos y quads por ver quienes eran más ruidosos. El año que viene, más.