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Érase una vez...

Varias actividades infantiles de la institución buscan el fomento de la lectura entre los más pequeños

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El encantador de serpientes, que un día aterrizó en la sala infantil de la Biblioteca Pública Provincial de Cádiz y se encontró con un grupo de niños de 6 a 7 años de un colegio gaditano. «Una actividad novedosa de este curso escolar que busca el fomento de la lectura entre los más pequeños», señala la directora María José Vaquero, quien apunta que hay otras actividades como talleres de poesía, cuentacuentos, títeres y cursos de formación para los más jóvenes usuarios para que descubran la biblioteca y sus libros.

Música oriental recibía a los pequeños. Allí un encantador de serpientes les esperaba. Sentados todos ellos en el suelo comenzaba a tocar la flauta. Su sonido era infernal y por ello, se esconde. De repente, sale del cántaro una carta para el destinatario: «el tío de la flauta». Lee la misiva, en la que se exige al encantador no tocar más y que narre un cuento. Así, el monitor cuenta la historia de El flautista de Hamelín. Un relato que no puede contar de un tirón el encantador, ya que más de uno se lo sabe de carrerilla y le interrumpe cada dos por tres. Sin embargo, los niños escuchan la historia con los ojos como platos y esperan ansiosos el final, que esta vez termina con un colorín colorado donde el final más feliz se convierte en el más infeliz con la pérdida de los niños.

La historia termina. Entonces, la serpiente sale de su escondite, pero esta vez pide al encantador su flauta para esconderla. Ella exige, a su vez, al narrador un presente. Ni corto ni perezoso la entrega el cuento El Regalo, que cuenta la historia de unos padres que no saben que regalar a Miguel; por eso, le dicen que desea. Él da pistas, pero los padres no adivinan lo que quieren. Al final le dieron un abrazo, que era precisamente lo que quería como regalo.

Con colorín colorado termina una nueva historia con una pregunta: ¿Os ha gustado la historia? Pues éstas y otras las tenéis en la biblioteca. Todos se levantan y escogen su libro. Con ello, se ha conseguido un gran logro que «se fomente la imaginación de los niños y que se acerquen a los libros teniendo su primer contacto con la biblioteca», asegura la directora, quien sueña con un colorín colorado de niños leyendo en el centro.