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«El centro de Rota es una zona preciosa y muy tranquila»

Peluquero y propietario de la peluquería 'Cristo'

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«Empecé a trabajar en la Barbería de Puyana cuando era tan sólo un niño de diez años porque mi padre le pidió a este peluquero que me enseñara el oficio» explica Cristo, un roteño conocido en toda la villa por un ancestral apodo de gran tradición en Rota. «Aunque mi nombre es Jose Manuel, todo el mundo me llama Cristo, al igual que a mi padre, a mi abuelo y a mi tatarabuelo» aclara el peluquero con una sonrisa.Jose Manuel Cristo se siente orgulloso de todos los aspectos de su vida que lo unen a su Rota natal. La historia de su familia, su apodo, su barbería -que hoy es peluquería- están inevitablemente encadenadas al desarrollo de un pueblo al que ama y adora. «Soy roteño por los cuatro costados, me encanta mi Rota, no me iría de aquí ni a tiros» confiesa con emoción contenida.

Su devoción por Rota le convierte en admirador de sus playas y su casco histórico. «El centro del pueblo es precioso y muy tranquilo, las barberías en las que he trabajado y la mía propia siempre han estado por esta zona y por eso me siento muy vinculado a ella» agrega el peluquero.

Mientras pasea por la plaza Bartolomé Pérez, junto al histórico Castillo de Luna, Cristo saluda cariñosamente a todo aquel que se cruza en su camino. «Mi profesión me ha permitido conocer a muchísimas personas y vivir incontables anécdotas» comenta a la vez que narra las mil y una peripecias acontecidas dentro de su peluquería. «He pelado a Miguel de Los Reyes, un famoso bailarín malagueño, y a los cantaores de la familia Agujeta que también han sido clientes míos» explica.

Y es que por las manos de Jose Manuel han pasado casi tres generaciones de roteños, anónimos y conocidos, que se han decantado por su arte con la tijera para acicalar sus cabellos. «Antes mi oficio era más duro porque tenía que trabajar también los domingos que era el día preferido por los hombres para ir a la barbería a afeitarse y así estar arreglados el resto de la jornada» añade Cristo.

Hoy, a sus 62 años, el peluquero más querido de Rota confiesa que prefiere no pensar en el día de su jubilación. «No quiero dejar esto porque este trabajo es parte de mi vida» explica Cristo, un roteño enamorado de su pueblo y de su profesión al que aún le quedan muchos cabellos por cortar. / PAULA ALÁEZ