Editorial

Escasa planificación

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La visita de Estado del presidente Putin a España que finalizó ayer con la firma de algunos acuerdos de cooperación y una declaración conjunta sobre la lucha contra el terrorismo ha dejado, sin embargo, en el ambiente diplomático la impresión de haber carecido de la planificación necesaria para explotar al máximo la presencia de uno de los Jefes de Estado mas importantes del mundo. La organización del viaje, que pone de relieve cierta falta de planificación y de ambición de la política exterior, no ha cubierto su objetivo principal de impulsar la cooperación económica hispano-rusa.

Antes de emprender esta visita, el mandatario ruso expresó algún lamento ante el exiguo balance de comercio, inversiones y cooperación energética en la relación bilateral España-Rusia. Sin embargo, en estos dos días sólo se ha improvisado, a última hora, un encuentro con algunos empresarios españoles invitados al café después de un almuerzo oficial. Por el contrario no tenía mucho sentido alinearse con Vladímir Putin en declaraciones rimbombantes sobre la libertad de expresión en relación con la crisis de las viñetas sobre Mahoma dada la trayectoria que en su propio país ha marcado el ex agente de la KGB. Mientras, se dejaba a un lado el candente asunto de la proliferación de mafias de origen ruso en toda la costa española dedicadas al blanqueo de dinero y otros delitos. En ese terreno es donde es preciso intensificar la colaboración entre Rusia y un país como el nuestro que concede medio millón de visados al año en Moscú. Las condenas a la violencia y a favor de una lucha contra el terrorismo dentro de los límites del Estado de Derecho, que Putin no se ahorra de lanzar en Europa, no se parecen a las prácticas antiterroristas irregulares reiteradas en Chechenia ya denunciadas en muchas instituciones de vigilancia de los derechos humanos. En otros campos, las conversaciones han sido más fructíferas, pero el contenido de la visita no corresponde al deseo del presidente ruso de mantener una relación privilegiada y estratégica con nuestro país, que había propuesto en su anterior visita de 2000. El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, muy volcado en sus tareas de enviado en Oriente Medio, ha conseguido que Putin haga un gesto hacia el futuro gobierno palestino de Hamas e invite a sus representantes a un diálogo en Moscú que ayude a limitar su radicalismo. El mandatario ruso ha escuchado una vez más la posición española y europea sobre la crisis nuclear con Irán y en los importantes asuntos consulares y de cooperación judicial y policial se han dado pasos adelante. En un apreciable gesto de amistad Putin dio su respaldo al proyecto de Alianza de civilizaciones de Zapatero y Erdogan, escasamente operativo hasta la fecha y que no le compromete a nada.