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Los juzgados de la provincia están parcheados y hacen agua

La Cárcel Real en Cádiz cuenta con grandes humedades, puertas pintadas, bombillas fundidas y ventilación malograda

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El estado en el que se encuentran los juzgados de la provincia de Cádiz es poco menos que el de una república bananera. El mantenimiento brilla por su ausencia: goteras en los despachos, paredes y techos corroidos, puertas pintadas, bombillas fundidas, aparatos de ventilación estropeados y un sin fin de anomalias es lo común. Además, la falta de ubicación estratégica en donde estén unificados todos los juzgados, provoca una peregrinación permanente de fiscales, jueces y abogados por toda la ciudad con la consiguiente pérdida de tiempo y el retraso en la celebración de los juicios.

Con un panorama semejante, es lógico intuir las dificultades que viven diariamente los profesionales del derecho. LA VOZ visitó la Carcel Real, lugar donde se ubican un gran porcentaje de los juzgados de la provincia, en compañía de José Blas Fernández Sánchez, teniente alcalde de Hacienda Patrimonio y Régimen Interior y Presidente del colegio oficial del graduado social. «Los profesionales del derecho no podemos comprender como la Ciudad de la Justicia se puede retrasar por más tiempo. Es algo que no tiene precedentes. Las instalaciones que existen se están desmoronando por falta de mantenimiento. Los juzgados están impresentables con humedades, goteras en los despachos, suciedad, cucarachas e insectos durante los meses de calor y sin ningún tipo de ventilación», criticó Fernández, quien también es senador.

«Esto es un parcheo permanente. Cada vez está más abandonado el edificio, siendo la parte antigua la que más problemas tiene. Hace años había un regente, una persona que vivía en el edificio y que se encargaba del mantenimiento que este pudiese necesitar como el cambio de bombillas y la limpieza y demás servicios», señala el titular del colegio oficial del graduado social con cierta indignación.

Hasta hace un tiempo existía un archivo en el sótano, pero «éste tuvo que ser trasladado debido a que la gran humedad estaba estropeando los documentos, las páginas de los libros se pegaban unas con otras», detalla Fernández.

Todo el frontal de la Cárcel Real se ha conservado, «recuerdo perfectamente cuando de niño pasaba por aquí y los presos se asomaban a las ventanas de la enfermería para saludar a sus familiares que estaban en la calle», cuenta.

El decano del colegio de abogados de la provincia, José Antonio Gutierrez Trueba, resume el mantenimiento en los juzgados de la provincia con una sóla frase: «Parece que estamos en África». Y agrega: «La montera que está instalada en los patios no deja entrar el aire por ningún lado, supone un cierre hermético y hace que los juicios durante los meses de verano sean horrorosos, ya que la ventilación se estropeo al poco tiempo de instalarla. Es como estar en una sauna».

Por otro lado, en la comercial calle San Francisco, concretamente en la antigua sede del banco Atlántico, se encuentra el juzgado de Menores. «Una zona donde existe mucho movimiento de personas y es difícil aparcar», asegura Fernández Sánchez.

Entre caracoles

Pero para ruidos los que hay en el juzgado de Guardia, el cual está situado literalmente encima del mercado de la plaza de Los Balbos. «Para acceder a las dependencias los abogados y fiscales tienen que pasar por una zona de carga y descarga. En la misma puerta hay un puesto donde venden caracoles y demás productos perecederos. Con una situación así las personas de la justicia realizan un trabajo reflexivo en sus despachos y salas de vistas escuchando los gritos del vendedor de turno que provienen de abajo».